La fruta suele ser cara en Japón, por lo que vale pena tratarla con delicadeza. Además, como todo el mundo sabe, el espacio aquí es muy reducido y las cosas tienden a apretujarse. Estos dos factores, que suelen pasar desapercibidos, son apuntados por varios catedráticos de la Universidad Pontificia de Osaka como la causa de la crisis económica que azota al país del sol naciente desde los años 90. Según ellos la bajada de la productividad nipona tiene una correlación directa con la caída del precio de la banana de Okinawa y su consecuente popularización entre las Shufu de Honshu. El problema tuvo una doble dimensión tecnológica y sociopolítica. Al parecer las carteras de los oficinistas de principios de los 90 no estaban preparadas para transportar simultáneamente bananas con los varios kilos de libros y documentos que necesitaba el trabajador promedio, por lo que los primeros solían llegar a destino bastante maltrechos. Culturalmente, la estricta competitividad japonesa y el horror a quedar mal delante de los compañeros de trabajo impedía al sufrido esposo sacar el platano despachurrado para desayunar. Consecuencias: ayuno, falta de energía, apatía y caída en picado de la productividad. Solución: el portaplátanos, disponible desde ya en su "todo a 100 yenes" más cercano.
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