Así como algunos famosos cuentan sus vivencias tras desengancharse de las drogas, yo he decidido rehabilitarme de las compras escribiendo un post. La repentina subida del yen ha reducido considerablemente mi presupuesto en Japón y ha mandado a la porra mi carrera de compradora compulsiva. Eso sí, no pienso retirarme sin transmitir los conocimientos adquiridos a aquellos que aún tengan ahorros como para pasar del mirar al comprar.
Comprar en Japón es divertido y estresante. Divertido porque cada transacción contiene detalles que nunca se verán en España. Ejemplos:
- El dinero o tarjeta no se da en mano. Se coloca en una bandeja, de donde el dependiente puede recogerlo. En cambio las vueltas y el recibo el dependiente te las devuelve entregándotelas con las dos manos.
- El dependiente cuenta en voz alta tanto la cantidad de dinero que entregas como lo que te devuelve. Si son billetes lo hará varias veces, contando también en voz alta, para evitar equivocaciones.
- En muchos comercios si quieres realizar un cambio, aunque sea por un artículo idéntico, te hacen la devolución a la tarjeta y un nuevo cobro. Esto, con el cambio de moneda y las comisiones, es una puñeta.
- En algunas tiendas también te acompañarán a la puerta donde te entregarán lo que hayas comprado y te despedirán entre reverencias. Yo pensaba que estas cosas sólo pasaban en Pretty Woman, hasta que compré unas botas y me hicieron el paseo.
- Si tu compra es importante es posible que varios empleados hagan círculo alrededor tuyo y te aplaudan al comprar. Por suerte sólo he visto cómo les pasaba a otros.
- Lo que hayas comprado te lo entregarán en una bolsa que invariablemente va sellada con celo en la parte de arriba, de modo que no puedas meter ni sacar nada.
La parte estresante de comprar en Japón es la cantidad de gente que suele haber siempre y la manía de muchas dependientas de perseguirte por toda la tienda. Esto último al principio pone un poco nervioso, sobre todo porque no sólo te siguen, también te hablan. En cuanto miras una prenda más de dos segundos te preguntan si te lo quieres probar pero también muchas veces sólo vienen a halagarte y a decirte qué chulo es lo que llevas puesto. A lo mejor esto último es sólo para ser simpáticas. Ahora que ya puedo entender qué me dicen, es más fácil hacer que no me sigan, porque les digo que sólo miro. Antes huía por toda la tienda y al final salía corriendo.
En las tiendas las dependientas dicen continuamente "Irasshaimase", que viene a ser algo así como bienvenido. Lo dicen a los clientes que entran y a los que salen. Lo hacen de forma automática mientras siguen colocando la ropa o atosigando a alguna clienta indefensa. Si pasas 5 minutos en una tienda es fácil oír a una misma dependienta decirlo 20 veces o más. Da miedo hacer la cuenta de cuántas veces lo dirán a lo largo del día.
Los probadores también tienen su qué. En la mayoría hay que descalzarse para entrar y dejar los zapatos fuera. Yo siempre pienso que si aplicaran esta regla en España te quedarías sin zapatos más de un día.
Cuando te pruebas ropa suelen venir a preguntarte qué tal te queda. Para que no te sientas desatendido o para que no te enrolles en el probador, a la que te estás metiendo la ropa por la cabeza ya te están preguntando. Como se te ocurra salir con lo que te has probado te espera un chorreo de halagos al que las españolas estamos poco acostumbradas. Lo de la pelotería yo creo que no lo llevamos muy bien.
En algunas tiendas en las que hay muchos probadores, ponen un botón como el de la foto para que puedas avisar si has cogido una prenda de una talla demasiado pequeña o tienes alguna consulta. Aún así vienen a preguntarte cuarenta veces cómo va.
Como el efecto de la ropa sin zapatos no es el mismo, dentro de muchos probadores también puedes encontrar zapatos de tacón para ponerte y ver cómo te queda. Aquí las tallas de calzado no van por números. Hay talla S, M y L (a veces también LL) y para de contar. Yo uso un 38 y aquí es una L o LL, depende del fabricante.
También en muchas tiendas, y en previsión de que un porcentaje muy alto de japonesas se maquillan, te entregan una capucha estilo Ku Klux Klan que te cubre toda la cara. Se supone que te la has de poner para no ensuciar los jerseys ni correr el maquillaje. Yo he preferido usarla para hacerme unas fotos para el blog.
Comprarse camisetas o jerseys aquí no es muy difícil, porque hay de muchas tallas, pero pantalones es más complicado. En España yo uso una 34-36, que aquí equivale a talla gigante, elefante y similares. Eso cuando la hay, porque muchas veces la talla M o L son como para niño de 7 años. Hasta mis compañeras de clase chinas, que son pequeñas, se quejan de que les cuesta comprar pantalones aquí.
Y vamos terminando. Avisar que el que se haya aburrido con este se prepare para el siguiente, porque seguimos con compras.