viernes, 23 de octubre de 2009

Un Shufu en Tokio: Portaplatanos


La fruta suele ser cara en Japón, por lo que vale pena tratarla con delicadeza. Además, como todo el mundo sabe, el espacio aquí es muy reducido y las cosas tienden a apretujarse. Estos dos factores, que suelen pasar desapercibidos, son apuntados por varios catedráticos de la Universidad Pontificia de Osaka como la causa de la crisis económica que azota al país del sol naciente desde los años 90. Según ellos la bajada de la productividad nipona tiene una correlación directa con la caída del precio de la banana de Okinawa y su consecuente popularización entre las Shufu de Honshu. El problema tuvo una doble dimensión tecnológica y sociopolítica. Al parecer las carteras de los oficinistas de principios de los 90 no estaban preparadas para transportar simultáneamente bananas con los varios kilos de libros y documentos que necesitaba el trabajador promedio, por lo que los primeros solían llegar a destino bastante maltrechos. Culturalmente, la estricta competitividad japonesa y el horror a quedar mal delante de los compañeros de trabajo impedía al sufrido esposo sacar el platano despachurrado para desayunar. Consecuencias: ayuno, falta de energía, apatía y caída en picado de la productividad. Solución: el portaplátanos, disponible desde ya en su "todo a 100 yenes" más cercano.

Un Shufu en Tokio: Diversiones de supermercado

Comprar en el super es doblemente divertido aquí. Por un lado no tienes ni idea de qué son el 95% de los productos así que puedes jugar a adivinar. Y cuando desesperas y acabas por darte cuenta de que vas a tener que elegir al azar puedes optar por comprar sólo las cosas que tengan nombres "raritos", así por lo menos te ríes un rato. Cosas como ésta:

También los hay de fresa, por si no te gusta la crema.

O ésta de la derecha, que está idem de buena.

Lo mejor es acabar una jornada de compras en la cadena de cafeterías "Moco", con un cafecito bien caliente en esas tardes en las que hace frío. Por cierto, aquí lo de sonarse la nariz en público está muy mal visto.

Un Shufu en Tokio: "En caso de desastre reunirse aquí"

El domingo al mediodía salimos a pasear por el barrio (que es muy barrio, muy tranquilo y muy bucólico) y nos entretuvimos un rato viendo como una pandilla de cuarentones jugaban a softball en el patio de un colegio. Al marcharnos nos dimos cuenta de que en la verja había este cartelón:

Por si no se ve claro pone "El punto de refugio en caso de desastre". Supongo que en un país acostumbrado a terremotos, bombas atómicas y godzillas esto de los desastres lo tienen muy por la mano, pero aún así sorprende. Es todo un detalle que además de en japonés lo expliquen en inglés, chino y coreano. ¿Será una trampa?

martes, 20 de octubre de 2009

Un Shufu en Tokio: Las mini-manzanas

En el último viaje a Japón me quedé con ganas de probar una super-manzana de la Blancanieves que tenían en el super a algo más de 6 euros la pieza. Todavía sigue ahí, así que supongo que me la acabaré comprando, pero me la reservo para una excursión, porque en el piso no nos cabe. De momento he probado estas mini manzanitas, que estaban bastante ricas y relativamente bien de precio, a 4 euros el kilo más o menos. Aquí la fruta suele ser bastante cara, pero en algunos casos roza lo surrealista. En el Isetan (el Corte Inglés de aquí) vendían un melón pequeñito por más de cien euros. Lo tenían en una vitrina en una especie de trono para él solito, aunque a simple vista era exactamente igual que el resto de melones por lo que no sabemos el por qué del precio. Bastante tengo con ahorrar para la manzana de la Blancanieves.

Serie monográfica: Un Shufu en Tokio

Una de las ventajas que tenemos las marujas de Tokio es que podemos pasar el plumero por la casa mientras estamos cómodamente sentados en el sofá, por lo que acabamos en un santiamén y con los riñones intactos. Eso nos deja suficientes energías y tiempo libre para dedicarnos al ikebana, los culebrones televisivos, el sake o, como es mi caso, los posts. Mi intención es aprovechar los 20 minutos al día que me sobran al limpiar los escasos 18 metros cuadrados de nuestro apartamento en Tokio para estudiar los asuntos que nos interesan a los Shufu (así nos llaman aquí a los marujos). Ni templos sintoistas, ni ninjas, ni holocaustos nucleares, ni otakus ni zarandajas de esas. A partir de ahora, y hasta que a alguien se le ocurra algo más interesante que contar, me centraré en lo que de verdad nos preocupa: La cesta de la compra, las ofertas del todo a cien yenes y lo que echaron en la tele a la hora de la cena. Avisados quedais!