Estos últimos días los hemos pasado recorriendo la parte norte de la isla idem. En el camping que pasamos nuestra segunda noche en Nueva Zelanda tuvimos la suerte de encontrarnos con una recepcionista con ganas de practicar su castellano. Alberto se puso sus pantalones limpios y con su mejor sonrisa se acercó a primera hora a pedirle que nos ayudara con la ruta y media hora después ya teníamos toda la parte norte planificada y marcada en un mapa. Nos envió a la península de Karikari, desde donde escribimos el último post. Resultó ser un sitio increiblemente bonito con unas playas de caerse de la impresión.
Nuestra otra referencia, aparte de la omnipresente Lonely Planet, es un libro titulado "New Zealand for free" (Nueva Zelanda de gratis), que es fácil adivinar quien se ha comprado. De momento nos está siriviendo para ver los senderos que hay en los sitios a los que vamos y algunas otras actividades que no aparecen en ninguna guía ni folleto porque no generan beneficio a los locales.
De Karikari seguimos nuestra ruta hacia el norte, con objetivo Cape Reinga, la punta más al norte del país. Al oeste de nuestro camino quedaba la Ninety Mile Beach (Playa de las noventa millas), que en realidad tiene sólo 53 millas de largo. De camino a Cape Reinga paramos en Te Paki, donde nos estuvimos llenando de arena hasta los bolsillos en unas dunas kilométricas. Vimos a dos cachas intentando hacer sandboarding, pero aquello no había manera. Era como esquiar sin el telearrastre. Las montañas de arena eran tan grandes que cuando llegabas arriba como mucho te tirabas para abajo, pero ni hablar de volver a subirlas otra vez.
Volvimos a la furgoneta y terminamos los pocos kilómetros que nos quedaban a Cape Reinga. Desde allí salía un camino que llevaba a Te Werahi Beach y que recomiendo a todos los que visiten el cabo. Nosotros sólo lo hicimos hasta la playa y vuelta, casi 2 horas. Tiene unas vistas alucinantes del Cabo María Van Diemen, que se ve en la foto que abre el post, en la que estamos con una postura asi improvisada pero que luce. Nosotros volvimos a Cape Reinga a fotografiarlo en la puesta de sol, pero yendo más temprano se puede cruzar Te Werahi y continuarlo hasta Scott Point, viendo todo el rato un paisaje espectacular.
De vuelta a la furgoneta, decidimos pasar la noche al lado de una playa muy cerca, Tapotupotu Bay (los nombres neozelandeses me los tengo que mirar 7 veces en el mapa antes de escribirlos) , en una zona de acampada libre. Normalmente dormimos en Holiday Parks, campings de toda la vida, que te proporcionan electricidad, baños, duchas, lavadora, etc..., incluso nos hemos hecho un carnet descuento de una cadena de campings que se llaman Top 10 y que están bastante bien. Pero visto que se puede dormir en zonas de acampada, iremos alternando lo uno y lo otro.
Tras Cape Reinga, bajamos haciendo unos pocos kilómetros hasta Omapere. Hasta ahora las distancias que recorremos no son muy grandes, pero las carreteras son todas de doble sentido y con muchas curvas. Los pueblos que vamos atravesando son muy pequeños y a la que te descuidas te los pasas sin enterarte. Las casas son de madera, con tablones de colores chillones. A mí me recuerdan a las que me hago cuando juego a los Sims. Cuando paramos a comprar en algún super la gente te mira de soslayo y en las tiendas te atienden casi sin cruzar la mirada contigo. En algún sitio había leído maravillas acerca de la hospitalidad de los neozelandeses, pero no concuerda con la mayoría de la gente que nos encontramos.
Las calles en los pueblos suelen estar desiertas, uno hasta espera ver pasar una bola como en las películas del oeste. Todo cierra a las 5 de la tarde y los domingos es imposible encontrar nada abierto. Hasta casi los años 70 los periódicos dominicales estaban prohibidos, por motivos religiosos. En cada pueblo, por pequeño que sea, hay una iglesia, y en los periódicos locales se ven anuncios que dicen "Quieres volver a la iglesia?" para recuperar antigüos parroquianos.
Estábamos en Omapere. En realidad era en Opononi, pero ambos pueblos son tan pequeñitos que hasta comparten cartel de bienvenida. Un poco al sur de allí queríamos visitar Waipoua, el bosque de kauris más grande de NZ. El kauri es un árbol del que los neozelandeses lo aprovechan todo y que para los maoríes tiene un significado espiritual. En Waipoua están los dos kauris más viejos y grandes de NZ y se pueden visitar por tu cuenta. Nosotros nos decidimos por otra opción definitivamente más interesante. Guiados por dos maoríes nos adentramos en el bosque al anochecer y durante las 4 horas que duró el paseo nos fueron explicando los tipos de sonidos de los pájaros, sobre todo kiwis, y cuando se podía oir cada uno, los tipos de plantas y árboles que íbamos encontrando y un montón de información sobre los kauris y qué significan para los maoríes. Como los guías eran dos tipos muy agradables y que lo hacían entretenido, nos lo pasamos muy bien. Esta actividad se llama Footprints Waipoua y se puede contratar desde Opononi, por si nos lee alguien que tenga previsto visitar NZ. En una de las fotos se ve un puercoespín que nos encontramos al salir y que aguantó el tipo sin enroscarse mientras le hacíamos fotos.
Desde Omapere y tras un supermaratón de la conducción (11 horas ayer), hemos llegado a Rotorua, donde dicen que huele a huevo podrido y que estamos comprobando con nuestras propias pituitarias. Mañana nos toca madrugón porque iremos en barco a la White Island, que es una isla volcánica cerca de la costa. Por lo que hemos visto en internet parece muy chula. La isla en sí es un volcán y dentro hay unas minas de sulfuro. En la visita nos dan unos cascos y unas máscaras y también de merendar. Y yo hasta aquí leo, porque mañana hay que levantarse temprano. Cierro el post con una foto de Cape Reinga.