miércoles, 24 de octubre de 2007

Hacia el Norte bocaabajo


La verdad es que los dos primeros días en N.Z. no fueron muy buenos. Resulta que aterrizamos en medio de un puente y en Auckland no quedaban más que los pobres que no podían irse de vacaciones, por lo que todo estaba desangelado y la gente tenía cara de pocos amigos. Y encima llovía. Al día siguiente tuvimos que ir a por la furgoneta y someternos al estrés de conducir por el lado contrario, con un vehículo mucho más largo y ancho de lo normal. Para el que no haya conducido nunca un coche estilo inglés le avisamos de que no sólo se trata de conducir por la izquierda, todos los mandos están invertidos, por lo que las primeras veces que intentas darle al intermitente sueles activar el limpiaparabrisas. Además, nuestra furgoneta tiene cambio automático: dos pedales y sin palanca. Te sobra un pie y una mano, así que cuando estas a punto de salirte por el arcén de la izquierda o comerte al coche que te adelanta por la derecha se te disparan las extremidades libres y normalmente acabas dándole un collejón al copiloto, que por otra parte no deja de tener su parte de culpa. A todas estas dificultades, ya de por si suficientes para alterar los nervios del más pintado, se suma el factor de que no sabes a donde vas, ni donde tienes que dormir, ni qué tienes que ver. Y es que por primera vez en el viaje nos encontramos sin un plan definido, lo cual tiene su interés pero requiere un cambio de chip importante que no nos ha dado tiempo de hacer aún. Total, que los primeros días en N.Z. hemos estado más tensos que Zaplana y Acebes en "La máquina de la verdad".

Por suerte, al segundo día salió el sol y nosotros salimos de Auckland, y fueron las dos mejores cosas que nos podían pasar. Porque resulta que todos los que nos decían que Nueva Zelanda era alucinante tenían razón. Los paisajes son realmente espectaculares. En cuanto sales de la ciudad te encuentras a ratos en Hobbitón, a ratos en playas azul turquesa, a ratos en selvas tropicales... y a medida que vas hacia el norte la cosa mejora. De momento estamos haciendo pocos kilometros diarios para acostumbrarnos a todo esto y para acumular energías, ya que por lo que estamos viendo lo mejor de Nueva Zelanda es hacer actividades al aire libre que requieren un poco de aguante. Por cierto, ahora entendemos la canción de los Crowded House de "Four seasons in one day". En un mismo día puede llover, hacer sol, nevar, etc... Nosotros intentamos fijarnos en la gente para saber si estamos en verano o en invierno, pero no nos sirve de nada, porque en la misma calle ves a un asiático con abrigo de borreguito, a un maorí en camiseta y a una pseudo-inglesa con minifalda y despechugue. Aquí, por cierto, visten peor que en Inglaterra, que ya es decir. En realidad esto es un poco como si hubieran trasplantado Manchester a Hawaii, se les ha juntado la flema y el mal gusto británico con la pachorra del pacífico. Por el lado bueno han ganado en simpatía y extroversión, y en cuanto pueden te dan palique, aunque en cuestión de buen rollo siguen llevando ventaja los neozelandeses de origen asiático, que son legión. Al menos la zona de Auckland está llena de Tailandeses, Japoneses, Chinos.. y más que no sabemos identificar. En los restaurantes y supermercados se nota el toque asiático, y el vegetarianismo y las hortalizas ecológicas son super-abundantes e infinítamente más variadas que en Japón. Yuuuuujuuuu!!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Oye que si encontráis un anillo raro no lo cojais que luego se lía de ...
Bueno Carol, ayer fue mi cumple y sé que te acordaste pero estando tan lejos..., ya me doy por felicitado. Seguid pasandolo bien :)

Anónimo dijo...

Ya sabeis que en caso de desesperación haceis un agujero muy hondo, muy hondo, y apareceis en Chamberí. Total, un par de palas y un pico seguro que caben en la furgoneta.
A mi casi me dais más envidia ahora que en Japón, que ya es decir. Queríamos ir a visitaros, pero como no nos dejan llevar a Teresa como equipaje de mano, el presupuesto se nos dispara. En fin, otro año sabático será.
Animo y que sigais escribiendo aunque sea cabeza abajo.
Por cierto, ¿es verdad que el agua en los lavabos gira al revés?

Anónimo dijo...

Tantas cosas al revés...
El cielo estará abajo, claro.
Y tendrais una pesadez de cabeza!
Cuidado, no vayais a perder el norte, o allí no es un problema?
Ah! por cierto cuando vengais coger el atajo que estan haciendo en Barcelona los del AVEsiviene..
Un abrazo.