martes, 1 de abril de 2008

Nos vamos a buscar a Sandokan y al mono de Marco. Volvemos en unos instantes.

Cada día estamos más convencidos de que nuestro viaje lo ha organizado y planeado una versión infantil de nosotros mismos. Desde que salimos de casa nos hemos ido encontrando, así como quien no quiere la cosa, recuerdos de libros de aventuras, álbumes de cromos y sellos de picar que no habíamos vuelto a ver en dos décadas. Y programas de la tele o películas, claro, sobretodo de las que echaban a mediodía justo antes (o en medio, dependiendo de la edad del televidente) de la siesta.

En nuestra anárquica ruta asiática ahora nos toca visitar Borneo, que no entraba en nuestros planes originales porque tampoco entraba en nuestra cabeza. En mi mapamundi mental Borneo está entre Lemuria e Hyperborea, rodeada por mares brumosos y llena hasta arriba de monos, tesoros y tribus caníbales. Allí sólo se puede ir en avioneta de hélices o, con mucha suerte, en un barco pirata como grumete, y ninguna de las dos vías tiene camino de regreso. Por sus selvas corren, además de macacos ladrones, misteriosos hombres-mono del bosque, arañas grandes como manos, dragones, silenciosos tigres blancos y brujos que echan humo por la boca justo antes de disparar sus cerbatanas. Los viajeros serios seguramente sabrán sin necesidad de coger el mapa que Borneo es una isla bien gorda compartida por Indonesia, Brunei y Malasia, y situada justo en el corazón del Sudeste Asiático. Y otras muchísimas cosas interesantes. Pero nosotros sólo sabíamos de ella lo que aprendimos de muy pequeñitos, y es justamente por eso por lo que decidimos volver a bajar de Tailandia para venir aquí.

Eso sí, en el último mes nos hemos leído unos cuantos libros sobre el tema. Bueno, en realidad la que lee es Carol, que como aquí no tiene a sus gatos luego me lo cuenta a mi. Me dice que en realidad sólo ha sido uno, pero que hemos ojeado más en las librerias. El que se ha leído se llama "Into the heart of Borneo", y el que no le dejé comprarse era "The White Raja", de Nigel Barley (el de "El antropólogo inocente"). El del rajá blanco, un caso real, explica como hace un par de siglos un inmigrante británico, pobre pero con mucho porte, llegó a Borneo y tras ser confundido con un emisario de la reina (al parecer debido a sus modales) consiguió ir medrando y conspirando entre las diversas facciones de la isla hasta conseguir el cargo de Rajá. Nos lo guardamos para Barcelona porque promete y parece fácil de encontrar, y así no arruinamos del todo el presupuesto. El primero también es un caso real y narra las peripecias de dos investigadores de Oxford que llegan a Borneo en los años ochenta para aclarar si todavía quedan rinocerontes en la jungla. Entre los consejos que da se encuentra el siguiente: "Llevad siempre una foto de la Reina de Inglaterra a caballo. Los pueblos de la jungla la veneran desde los tiempos coloniales, pero sólo la reconocen si la ven a caballo porque creen que Reina y caballo es todo uno.". Por si acaso nos hemos traido una foto de Marichalar y su patinete que creemos nos será igual de útil.

Ahora estamos en Sandakan (sí, el Tigre de Malasía debía ser de por aquí), co-capital del territorio de Sabah, una ciudad algo  destartalada donde los niños y los no tan niños se nos quedan mirando fijamente y donde desde la habitación oímos los rezos de la mezquita que tenemos al lado y casi casi vemos la jungla por la ventana. En realidad vemos el patio trasero, pero nos han asegurado que cada mañana corretean por aquí varios lagartos de dos o tres metros de largo. Hemos llegado en avión desde Kuala Lumpur, cruzando unas nubes densísimas y sus consiguientes turbulencias que han desaparecido al descender, justo para dejarnos ver ríos gigantes y brumosos caracoleando por la misma jungla por la que andaremos mañana. Nos han prometido que veremos orang-utanes(literalmente "hombres del bosque"), tarántulas grandes como manos, cocodrilos, y si tenemos mucha mucha "suerte" algún que otro leopardo. De brujos con cerbatanas no nos han dicho nada, pero elefantes pigmeos y monos narigudos que escupen ácido es posible que también veamos, y esos ni siquiera salían en nuestros cromos.

Bueno, igual tampoco íbamos tan desencaminados con lo que es Borneo... En unos días os lo contamos!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero que viaje mas bien contado, en Sandakán! así que existe! como Teruel; pero seguro que sabreis volver? claro que despues de tantas experiencias seguro que ya hariais el TONGARIRO con los ojos cerrados y a pié cojo.
A ver si poneis muchas fotos de Sepilok, con nuestros mayores... a poder ser que se os vea con ellos, y nos regalais una buena descripción de esa ciudad tan
exótica.
Buen viaje!!

Carol dijo...

Hola yomismo,
Si que existe, si :D LAmentablemente de Sepilok solo vimos los orangutanes pero no entramos a la ciudad, de la que hemos oido que es muy bonita. Nos hem,os quedado con ganas de mas Borneo y volveremos!