jueves, 23 de octubre de 2008

Aprende japonés reclamando (II)

Justo cuando yo pensaba que mis días de reclamar se habían acabado va mi recién comprada Nintendo DS y empieza a emitir un pitido continuo al encenderla. Cuando la compré lo hice con la intención de aprender japonés con ella, pero no pensaba que iba a ser para devolverla.

Yo sé de uno que se estará riendo ahora. El año pasado ya descambié una cámara aquí porque hacía así como clic clic. Qué culpa tengo yo de ser de oído sensible! Antes de que el pitorreo vaya a más quiero aclarar que esta vez es muy diferente. Hasta he encontrado a alguien que le pasa lo mismo y lo ha grabado en video. Otro incomprendido.

La verdad es que empiezo a sentirme un poco como el protagonista de la película aquella del día de la marmota. Me levanto, estudio, descambio algo, entro a clase, salgo de clase, compro algo, estudio y me acuesto. No vale decir que esto me lo evito no comprando nada. En Tokio eso es misión imposible.

Ayer, en medio de esta rutina conocí a la dueña de mi casa. La señora Pakky. Tiene tela que se tenga que venir una a Japón a tener una casera llamada Pakky. Nos saludamos muy cortésmente y con mucha ceremonia, como se estila aquí y nos preguntamos por la salud la una de la otra. Fue ella la que vino a saludarme al entrar yo por la puerta de casa y lo hizo por mi nombre. Me pareció curioso que se supiera los nombres y procedencia de todos los inquilinos.

La casa que la señora Pakky nos alquila a mí y a otros seis es realmente bonita. Bueno, realmente nos la alquila Sakura House, pero la señora Pakky pone su granito para que estemos contentos y le siga viniendo gente. La casa está recién reformada y hemos estrenado todo, desde los colchones a los frigoríficos.

Cuando acabamos de intercambiar formalidades le hice un comentario a propósito de la buena impresión que me había la causado la casa y a la mujer se le iluminó la cara. Se fue a buscar a una amiga, que andaba rondando por la casa, y me explicó que ella era la que se había encargado de las reformas y de los detalles de la decoración.

garden_02 hallway 1f_living

Aparte de tener una amiga manitas la señora Pakky nos ha surtido de mapas, guías de viaje, planos de la ciudad, revistas de moda y decoración y una colección de libros de manga. Todo super ordenado y etiquetado en el salón. Y como se ve en la foto de la izquierda hasta tenemos un jardín zen con estanque de pececillos.

Con estos últimos creo que el tailandés que vive abajo ha tenido alguna historia. Ayer le oí que se lo contaba a la casera pero no me enteré de gran cosa. Su habitación da al estanque, no sé, igual este tipo de pez ronca.

5 comentarios:

Al. dijo...

Este http://www.youtube.com/watch?v=lHjvoHgQSvA empezó reclamando como tú y mira como ha acabado. Vigila que vas a subir la tasa de ataques al corazon que Akihabara y te vas a quedar sin vendedores!

Isabel dijo...

¡Menuda envidia que me estás dando con tu apartamento japonés! Mucho mejor que el que compartías con Alberto, por cierto.

Yo sigo criando moho en mi castillo tropical. La verdad, no sé de qué me quejo. El moho tiene su lado decorativo. Es aterciopelado y existe en una amplia gama de colores: negro, blanco, gris, verde, marrón y hasta azul... vamos, ¡que me va a quedar una casa preciosa!

Muchos besos guapísima,
Isabel

PD: ahora te visito todas las noches, para cambiarme las ideas ;o)

Anónimo dijo...

El estanque es muy zen...pero ¿ dónde están los cojines para sentarse en el suelo?...Sinchan los tiene en su casa por todas partes!

Bsos y sigue escribiendo.

Vane

Gussitas dijo...

A lo mejor lo que quería decirle tu compañero a "la Paqui" es que si podía cenar un día sushi a costa del estanque.

Carol dijo...

Jo, Isabel, no te quejes, que yo tengo un ficus en Barcelona que cuando lo compré medía 20 cms y 6 años después sigue midiendo lo mismo. Eso de que te crezcan las plantas es una suerte!

Es verdad, Vanessa! Le voy a reclamar los cojines a la señora Pakky! Yo creo que a los guiris no nos los ponen por si nos los llevamos.

Calla, si este pobre se pone todos los días documentales de animales en la tele y hasta se suelta una lagrimilla. Como para hacerse un sushi, menudo disgustazo!