lunes, 29 de octubre de 2007

Cape Reinga y los bosques de kauri

Estos últimos días los hemos pasado recorriendo la parte norte de la isla idem. En el camping que pasamos nuestra segunda noche en Nueva Zelanda tuvimos la suerte de encontrarnos con una recepcionista con ganas de practicar su castellano. Alberto se puso sus pantalones limpios y con su mejor sonrisa se acercó a primera hora a pedirle que nos ayudara con la ruta y media hora después ya teníamos toda la parte norte planificada y marcada en un mapa. Nos envió a la península de Karikari, desde donde escribimos el último post. Resultó ser un sitio increiblemente bonito con unas playas de caerse de la impresión.

Nuestra otra referencia, aparte de la omnipresente Lonely Planet, es un libro titulado "New Zealand for free" (Nueva Zelanda de gratis), que es fácil adivinar quien se ha comprado. De momento nos está siriviendo para ver los senderos que hay en los sitios a los que vamos y algunas otras actividades que no aparecen en ninguna guía ni folleto porque no generan beneficio a los locales.

De Karikari seguimos nuestra ruta hacia el norte, con objetivo Cape Reinga, la punta más al norte del país. Al oeste de nuestro camino quedaba la Ninety Mile Beach (Playa de las noventa millas), que en realidad tiene sólo 53 millas de largo. De camino a Cape Reinga paramos en Te Paki, donde nos estuvimos llenando de arena hasta los bolsillos en unas dunas kilométricas. Vimos a dos cachas intentando hacer sandboarding, pero aquello no había manera. Era como esquiar sin el telearrastre. Las montañas de arena eran tan grandes que cuando llegabas arriba como mucho te tirabas para abajo, pero ni hablar de volver a subirlas otra vez.

Volvimos a la furgoneta y terminamos los pocos kilómetros que nos quedaban a Cape Reinga. Desde allí salía un camino que llevaba a Te Werahi Beach y que recomiendo a todos los que visiten el cabo. Nosotros sólo lo hicimos hasta la playa y vuelta, casi 2 horas. Tiene unas vistas alucinantes del Cabo María Van Diemen, que se ve en la foto que abre el post, en la que estamos con una postura asi improvisada pero que luce. Nosotros volvimos a Cape Reinga a fotografiarlo en la puesta de sol, pero yendo más temprano se puede cruzar Te Werahi y continuarlo hasta Scott Point, viendo todo el rato un paisaje espectacular.

De vuelta a la furgoneta, decidimos pasar la noche al lado de una playa muy cerca, Tapotupotu Bay (los nombres neozelandeses me los tengo que mirar 7 veces en el mapa antes de escribirlos) , en una zona de acampada libre. Normalmente dormimos en Holiday Parks, campings de toda la vida, que te proporcionan electricidad, baños, duchas, lavadora, etc..., incluso nos hemos hecho un carnet descuento de una cadena de campings que se llaman Top 10 y que están bastante bien. Pero visto que se puede dormir en zonas de acampada, iremos alternando lo uno y lo otro.

Tras Cape Reinga, bajamos haciendo unos pocos kilómetros hasta Omapere. Hasta ahora las distancias que recorremos no son muy grandes, pero las carreteras son todas de doble sentido y con muchas curvas. Los pueblos que vamos atravesando son muy pequeños y a la que te descuidas te los pasas sin enterarte. Las casas son de madera, con tablones de colores chillones. A mí me recuerdan a las que me hago cuando juego a los Sims. Cuando paramos a comprar en algún super la gente te mira de soslayo y en las tiendas te atienden casi sin cruzar la mirada contigo. En algún sitio había leído maravillas acerca de la hospitalidad de los neozelandeses, pero no concuerda con la mayoría de la gente que nos encontramos.

Las calles en los pueblos suelen estar desiertas, uno hasta espera ver pasar una bola como en las películas del oeste. Todo cierra a las 5 de la tarde y los domingos es imposible encontrar nada abierto. Hasta casi los años 70 los periódicos dominicales estaban prohibidos, por motivos religiosos. En cada pueblo, por pequeño que sea, hay una iglesia, y en los periódicos locales se ven anuncios que dicen "Quieres volver a la iglesia?" para recuperar antigüos parroquianos.

Estábamos en Omapere. En realidad era en Opononi, pero ambos pueblos son tan pequeñitos que hasta comparten cartel de bienvenida. Un poco al sur de allí queríamos visitar Waipoua, el bosque de kauris más grande de NZ. El kauri es un árbol del que los neozelandeses lo aprovechan todo y que para los maoríes tiene un significado espiritual. En Waipoua están los dos kauris más viejos y grandes de NZ y se pueden visitar por tu cuenta. Nosotros nos decidimos por otra opción definitivamente más interesante. Guiados por dos maoríes nos adentramos en el bosque al anochecer y durante las 4 horas que duró el paseo nos fueron explicando los tipos de sonidos de los pájaros, sobre todo kiwis, y cuando se podía oir cada uno, los tipos de plantas y árboles que íbamos encontrando y un montón de información sobre los kauris y qué significan para los maoríes. Como los guías eran dos tipos muy agradables y que lo hacían entretenido, nos lo pasamos muy bien. Esta actividad se llama Footprints Waipoua y se puede contratar desde Opononi, por si nos lee alguien que tenga previsto visitar NZ. En una de las fotos se ve un puercoespín que nos encontramos al salir y que aguantó el tipo sin enroscarse mientras le hacíamos fotos.

Desde Omapere y tras un supermaratón de la conducción (11 horas ayer), hemos llegado a Rotorua, donde dicen que huele a huevo podrido y que estamos comprobando con nuestras propias pituitarias. Mañana nos toca madrugón porque iremos en barco a la White Island, que es una isla volcánica cerca de la costa. Por lo que hemos visto en internet parece muy chula. La isla en sí es un volcán y dentro hay unas minas de sulfuro. En la visita nos dan unos cascos y unas máscaras y también de merendar. Y yo hasta aquí leo, porque mañana hay que levantarse temprano. Cierro el post con una foto de Cape Reinga.

jueves, 25 de octubre de 2007

Naturaleza 1 Asiasido 0


Ayer teníamos planeada nuestra primera actividad en Nueza Zelanda. Aquí para cada sitio tienen actividades a cada cual más bruta y en cada sitio siempre hay una que es propia de la región. En Bay of Islands, que es donde estábamos, lo suyo era montarse en un barco, ir a buscar delfines y nadar con ellos. Para nosotros, que lo más cerca que hemos visto un delfín ha sido en el acuario del zoo en piscina 2x2 o en las pelis de Walt Disney, verlos en el mar era toda una experiencia. La noche de antes teníamos el acojone a la vez que la emoción de pensar que al dia siguiente un monitor de actividad sádico, que lo son todos, nos iba a empujar al agua en medio de un océano plagado de delfines. Por la mañana, uy, que si está nublado, uy, que a mi me duele un poco el pie, nos hacíamos los remolones, pero finalmente sacamos coraje de algún sitio y nos apuntamos en la recepción del camping a la excursión Dolphin Adventures. Después de eso, como decía Alberto, la valentía catalana, que proviene del hecho de haber pagado ya, nos impidió echarnos atrás. Nos recogieron en un barco con 7 u 8 turistas más y marchamos en busca de los delfines. Una monitora de nombre Floppy y arpía como ella sola nos explicó todo lo que había que saber y salimos. Como a los 10 minutos no habíamos visto nada, los de la pareja de turistas de Hong Kong que venía se durmieron, como buenos asiáticos. Daba gusto verlos dar cabezadas mientras los demás saltábamos en nuestros asientos al ritmo de las sacudidas del barco. Tras dos horas y yo a punto de zamparme mi bocata de nocilla pensando que allí no había nada por ver, de pronto alguien gritó allí allí, y vimos un grupo de delfines. Era alucinante verlos nadar a los lados del barco. La malvada Floppy entonces dijo, hale, quien va a nadar. Y todos, menos dos abuelos, levantamos la mano. Nos enchufaron los neoprenos y nos hicieron saltar.

Yo, personalmente, duré en el agua 3 segundos, Uno que tardé en saltar y dos en remontar para subirme al barco de nuevo. Detrás mío Alberto duró 5, porque salta más lejos. La leche, que fría estaba el agua. Mira que nos había avisado que estaba a 15 º, pero yo pensé, bah, una vez dentro grado más grado menos, y cuando salté al agua lo último que pensaba es que estaría congelada. Pero es que fue caer y pensar, madre mía, yo con este frío en 10 segundos me paralizo y me muero. Me veía la barra de la vida descender por momentos, como en los juegos de ordenador. La odiosa de la monitora nos miraba con cara de ay, qué blanditos son estos. Ahora, que 30 segundos después de nosotros subieron el resto, ateridos de frío y alguna llorando y todo. Bueno, todos menos dos chavales de unos 17 años pero porque están en la edad de la inconsciencia, que en el caso de los neozelandeses es doble inconsciencia.

En resumen, la excursión estuvo muy bien y saltamos al agua, que es más de lo que pensábamos que haríamos, con lo acojonados que somos. Mañana intentaremos apuntarnos a otra actividad, esta a más de 15º, que es lo nuestro. Se llama sandboarding, y es como hacer surf pero en las dunas de la playa.

No he explicado por que nuestra monitora era mala, pero lo cuento ahora. Aquí nos hemos encontrado con un tipo de persona, sobre todo mujeres, que te saludan en plan "hellooo deaaar" con una sonrisa-mueca que en el momento que les desaparece de la cara da paso a un rictus de malvada de película. Como lo cuento. Las recepcionistas de los campings, a excepción de una, han sido de este tipo hasta ahora. En uno, una malvada nos intentó colar una plaza de superlujo, más cara por supuesto, y al decirle que nos cambiase a la barata, pasó del hellodear al reino del mal en un segundo. Daba miedo y todo. La monitora era de este tipo pero en plan ecologista, que es peor.

Ayer, después de lo de los delfines vinimos a donde estamos hoy, que es una pedazo de península que se llama Karikari, en un sitio llamado Whatuwhiwhi. Los nombres de sitios neozelandeses son muy exóticos en su mayoría y nos cuesta un montón memorizarlos. Cada día hacemos unos pocos kilómetros. Las carreteras no están mal pero tienen muchas curvas y como la furgoneta tampoco corre mucho, las distancias se agrandan. Tampoco tenemos mucha prisa y además los paisajes son increíbles, con lo que vamos entretenidos todo el rato. A cada curva hay vacas y ovejas y gran parte del paisaje es estilo Hobbiton, del Señor de los Anillos (Felicidades Jano!).

Gusanos, toilettes y delfines.


Estamos visitando el norte de la isla Norte de Nueva Zelanda, y aquí el paisaje es tan bonito que para captar al turismo y hacer gasto tienen que poner atracciones que contrasten con el entorno. Nosotros vamos a empezar visitando los W.C más famosos del mundo y unos gusanos de culo luminiscente. ¿A que os da envidia?


Lo primero que notas al hojear los folletos informativos y los catálogos que te dan en los campings es que TODAS las atracciones de Nueva Zelanda se pueden visitar andando (aquí lo llaman trekking), buceando, en kayak, en helicóptero, en puenting, en una tabla de surf o en parapente. Las atracciones principales son bosques, grutas, bahías, playas... la naturaleza en definitiva. Y como no queda bien ponerle puertas a la naturaleza han ido inventando formas alternativas de visitarla a cual más estrambótica y (ya veremos) divertida. De momento nosotros nos contentamos con ver los paisajes, parar un rato en las playitas y meditar sobre que actividades somos capaces de hacer y de pagar. Los principales escollos son que no tenemos ni idea de en que día vivimos. No sabemos si es primavera, verano, semana santo o la pascua florida. Así que todo lo que tenga que ver con el agua (el 80% de la oferta) nos da un poco de resquemor. Por aquí nadie te dice nada claro... que si "se supone que ya estamos en verano", que si "pues sí, este tiempo es sorprendente", que si "yo me baño en el mar todos los días del año". La cuestión es que todos los campings y todas las empresas de excursiones están abiertas todo el año, por lo que se supone que durante todo el año la gente bucea, hace surf y se baña con los delfines, pero nosotros seguimos poniéndonos nuestra chaqueta incluso cuando hace sol, y por lo que vemos no somos los únicos. Por otra parte está el tema de los trekkings. Cuando un neozelandés dice "salgo a dar una vuelta" es que va a pasar 3 días a la intemperie caminando 10 horas al día, o eso deducimos de las caminatas recomendadas en los folletos. En fin, que mientras acumulábamos energías y valor para meternos en el agua o subir montañas hemos ido a visitar dos de las atracciones que nos pillaban en el camino: Los mundialmente famosos lavabos de Kawakawa y la cueva de gusiluces de Kawiti.


Los toilettes de Hundertwasser


Friedrich Hundertwasser nació en Austria y se dedicó a la arquitectura, la ecología y el arte, al parecer con poco éxito. En la biografía que nos han proporcionado destacan lo siguiente "... No era raro para Hundertwasser que rechazaran sus propuestas para diseñar sellos, banderas y edificios, así que se alegró tanto de que le ofrecieran diseñar los lavabos públicos de Kawakawa (1300 habitantes) que abandonó su vida de ermitaño para supervisar y diseñar el proyecto...". Al parecer el hombre llevaba unos diez años recluído en una granja del pueblo, sin luz eléctrica ni comodidades modernas. Cuando sus amigos le llamaban para ir a jugar al tute o a la playstation les decía cosas como "esos son inventos del demonio, dejasme tranquilo" y similares, todas con acento prusiano. Contra todo pronóstico, los lavabos de Kawakawa con sus paredes hechas a base de botellas y cerámicas recicladas se convirtieron muy pronto en una atracción mundialmente conocida y una parada obligatoria para los meones de pro. El gobierno nombró a Hundertwasser "Tesoro viviente de Nueva Zelanda" en 1990 pero como el tio era un poco inconformista a los pocos años se murió, pasando a convertirse de forma no oficial en "Tesoro no viviente de Nueva Zelanda". Los lavabos se han hecho tan populares que hasta se han construido edificios de estética similar en sus cercanías. Nosotros acudimos allí por motivos varios, entre los que se encuentra comprobar en que sentido gira aquí el agua de los desagües. Os avanzamos que ha habido sorpresa.


Los Gusiluz


Según nos han dicho en Kawiti, Nueva Zelanda y Australia son los dos únicos lugares del mundo donde viven los auténticos gusiluz. Se trata de gusanos fosforescentes que viven en cuevas húmedas y que se alimentan de insectos a los que atraen con la luz. Más hacia el sur hay otra cueva de gusanos mucho más famosa, pero nosotros hemos ido a esta porque nos pillaba de paso y porque nos han dicho que venía a ser lo mismo y más barato. Se trataba de una cueva bien chula, con sus estalagmitas y sus estalactitas y toda una nube de gusanos luminosos en el techo. Igualito que la habitación de soltera de Carol pero con gusanos en lugar de pegatinas fosforito del Super-pop. Nos han avisado que no abrieramos la boca al mirar hacia arriba porque al parecer los gusanos no tienen muy buen agarre, pero no hemos hecho caso, y por la noche no hemos necesitado linterna para ir de la furgoneta a los lavabos del camping.



Tras estas dos paradas nos hemos dirigido a la "Bay of Island" (una bahía muy chula plagada de islas), concretamente a Russell, con la decisión tomada de hacer una excursión y nadar con los delfines. Hace fresco, pero nos han dicho que además de delfines y focas posiblemente también haya mantas, lo cual nos ha tranquilizado bastante. Yo por si acaso me dejare los calcetines puestos debajo del neopreno.


miércoles, 24 de octubre de 2007

Hacia el Norte bocaabajo


La verdad es que los dos primeros días en N.Z. no fueron muy buenos. Resulta que aterrizamos en medio de un puente y en Auckland no quedaban más que los pobres que no podían irse de vacaciones, por lo que todo estaba desangelado y la gente tenía cara de pocos amigos. Y encima llovía. Al día siguiente tuvimos que ir a por la furgoneta y someternos al estrés de conducir por el lado contrario, con un vehículo mucho más largo y ancho de lo normal. Para el que no haya conducido nunca un coche estilo inglés le avisamos de que no sólo se trata de conducir por la izquierda, todos los mandos están invertidos, por lo que las primeras veces que intentas darle al intermitente sueles activar el limpiaparabrisas. Además, nuestra furgoneta tiene cambio automático: dos pedales y sin palanca. Te sobra un pie y una mano, así que cuando estas a punto de salirte por el arcén de la izquierda o comerte al coche que te adelanta por la derecha se te disparan las extremidades libres y normalmente acabas dándole un collejón al copiloto, que por otra parte no deja de tener su parte de culpa. A todas estas dificultades, ya de por si suficientes para alterar los nervios del más pintado, se suma el factor de que no sabes a donde vas, ni donde tienes que dormir, ni qué tienes que ver. Y es que por primera vez en el viaje nos encontramos sin un plan definido, lo cual tiene su interés pero requiere un cambio de chip importante que no nos ha dado tiempo de hacer aún. Total, que los primeros días en N.Z. hemos estado más tensos que Zaplana y Acebes en "La máquina de la verdad".

Por suerte, al segundo día salió el sol y nosotros salimos de Auckland, y fueron las dos mejores cosas que nos podían pasar. Porque resulta que todos los que nos decían que Nueva Zelanda era alucinante tenían razón. Los paisajes son realmente espectaculares. En cuanto sales de la ciudad te encuentras a ratos en Hobbitón, a ratos en playas azul turquesa, a ratos en selvas tropicales... y a medida que vas hacia el norte la cosa mejora. De momento estamos haciendo pocos kilometros diarios para acostumbrarnos a todo esto y para acumular energías, ya que por lo que estamos viendo lo mejor de Nueva Zelanda es hacer actividades al aire libre que requieren un poco de aguante. Por cierto, ahora entendemos la canción de los Crowded House de "Four seasons in one day". En un mismo día puede llover, hacer sol, nevar, etc... Nosotros intentamos fijarnos en la gente para saber si estamos en verano o en invierno, pero no nos sirve de nada, porque en la misma calle ves a un asiático con abrigo de borreguito, a un maorí en camiseta y a una pseudo-inglesa con minifalda y despechugue. Aquí, por cierto, visten peor que en Inglaterra, que ya es decir. En realidad esto es un poco como si hubieran trasplantado Manchester a Hawaii, se les ha juntado la flema y el mal gusto británico con la pachorra del pacífico. Por el lado bueno han ganado en simpatía y extroversión, y en cuanto pueden te dan palique, aunque en cuestión de buen rollo siguen llevando ventaja los neozelandeses de origen asiático, que son legión. Al menos la zona de Auckland está llena de Tailandeses, Japoneses, Chinos.. y más que no sabemos identificar. En los restaurantes y supermercados se nota el toque asiático, y el vegetarianismo y las hortalizas ecológicas son super-abundantes e infinítamente más variadas que en Japón. Yuuuuujuuuu!!

domingo, 21 de octubre de 2007

Auckland y nuestro nuevo "hogar"

Anoche llegamos a Auckland, dormimos en un hotel de mala muerte, y esta mañana hemos ido a buscar nuestro nuevo hogar para los próximos 40 días, una furgoneta Toyota. De momento poco más podemos contar de Nueza Zelanda, o por lo menos poco bueno. Hace frío, llueve a ratos, la gente tiene cara de acabar de levantarse de la siesta... En fin, que ya nos habíamos acostumbrado a las maravillas de Japón, y a primera vista esto es como bajar un peldaño en la escalera de la civilización, y encima con mal tiempo. Supongo que hasta que no nos acostumbremos a conducir por la izquierda y a vivir en una casa con ruedas no vamos a disfrutar mucho de las antípodas.
A ver como nos despertamos mañana...

viernes, 19 de octubre de 2007

A las antípodas!

De aquí a unas 20 horas llegaremos a Auckland, Nueva Zelanda. Yo pensaba que como Japón estaba tan lejos todo el resto de cosas lejanas estaría cerca de Japón, pero ya veo que no. De aquí a dos horas nos subimos a un avión que tras 11 horas de vuelo parará en Sidney, y ahí nos bajaremos a estirar las piernas 3 horas. Luego otras 3 horas hasta Auckland desde donde iniciaremos nuestro viaje por N.Z. en furgoneta.

Los últimos cinco días los hemos pasado en Kyoto, pero aún no nos ha dado tiempo de actualizar el blog porque la verdad es que en Japón es difícil parar. Nos hemos dejado millones de cosas por ver y por hacer y, tal y como les ha pasado al resto de gaijins con los que hemos coincidido por aquí, ya estamos haciendo planes para volver. Japón es totalmente alucinante y lo recomendamos a absolutamente todo el mundo. Suponemos que en las próximas semanas tendremos más tiempo para ir contando cosas que vale la pena ver de Japón, anécdotas que no nos ha dado tiempo de explicar, etc...

En teoría el plan de N.Z. es mucho más relajado y deberíamos tener más tiempo "libre". Pero ya veremos :))

jueves, 18 de octubre de 2007

Hiroshima

Llevamos un par de dias en Kyoto, nuestra ultima parada en Japon y el sitio perfecto para despedirnos del pais. Hemos llegado un poco pronto porque las hojas de los arboles apenas si han empezado a enrojecer y prometen un noviembre impresionante. Dicen que marzo y noviembre son los mejores meses para visitar Japon. En octubre no se esta nada mal. En estos dias Alberto ha recorrido la ciudad a pie y yo en bicicleta. Estamos alojados en un ryokan (casa tradicional japonesa) y nos acoge una pareja que entre los dos suman mas de 150 anyos. La casa tiene dos plantas y nosotros nos alojamos en la de arriba, que es la reservada a los huespedes. El marido se pasa el dia arriba y abajo y cuando le da nos abre la puerta de la habitacion para preguntarnos cosas. La mitad de las veces ni le entendemos. Y es que el hombre no ve tres en un burro y debe oir menos. Cuando me lo cruzo en el pasillo hasta que no me tiene delante no se percata y pega unos respingos de cuidado.


En fin, que de lo que yo queria hablar era de Hiroshima, que para eso me lo he preparado. En los dias anteriores a nuestra llegada a la ciudad yo estuve leyendo un libro que habia comprado en Barcelona: Diario de Hiroshima de un medico japones, de Michihiko Hachiya. Es un diario personal de un doctor en el que narra los dos meses posteriores al 6 de agosto, fecha en que la aviacion americana dejo caer la bomba atomica en Hiroshima.


Muchos hechos que se relatan en el libro luego los volvi a leer en el Museo de la Bomba Atomica. Cuenta como tras la explosion, el pika, como le llaman los japoneses, todo lo que habia en kilometros a la redonda desaparecio. Lo que no se deshizo por efecto del intenso calor que desprendio la bomba, quedo reducido a cenizas en los incendios que el primer dia arrasaron la ciudad. Las ciudades japonesas por entonces estaban casi enteramente compuestas de edificios de madera, por eso muchos fueron atacadas con bombas incendiarias, como ocurrio con Tokyo.


Los que estaban a menos de 500 metros del pika perecieron al instante. La piel se les desprendio de los musculos y se les evaporaron los fluidos corporales. Los que estaban en un radio de un kilometro a la intemperie tambien murieron, bien durante el pika, despues en los incendios o dias mas tarde, entre diarreas y vomitos producidos por los efectos de la radiacion. A mas distancia del hipocentro menores los efectos. A 3 kms, la gente que estaba en la calle tenia quemaduras en toda la piel que habia quedado expuesta o en las partes cubiertas por tejido oscuro, al absorber mas calor. Unas flores rosa en una camisa blanca se quemaban y se quedaban pegadas a la piel solo por ser de un tono un poco mas oscuro que el blanco.


Pasados los dias, muchos que al principio se encontraban perfectamente empezaron a mostrar sintomas de recuento de plaquetas y globulos blancos bajo. Les aparecian manchas purpura en la piel y se les caia el pelo. A los pocos dias fallecian. De un total de 300.000 habitantes perecieron casi la mitad. Los que nacieron en los meses posteriores presentaban alteraciones como hidrocefalia y retraso mental.


Cuando las fuerzas de ocupacion americanas llegaron a Hiroshima contruyeron un centro medico. En una ciudad en la que gran parte de la poblacion necesitaba algun tipo de tratamiento, esto hizo que la poblacion acudiera en masa buscando ayuda. Al poco tiempo dejaron de ir al darse cuenta de que los americanos no se habian plantado en la ciudad para tratarlos, unicamente los examinaban para estudiar los efectos de la radiacion y los enviaban para casa.


Hay varias teorias de por que USA decidio lanzar la bomba atomica sobre Hiroshima y Nagasaki. Unas dicen que para evitar la entrada de la URSS en el conflicto y que no agrandara su poder en la zona, pero lo cierto es que los rusos ya se habian adelantado y combatian con los japoneses en Manchuria. Otras dicen que se tenia que justificar el costoso proyecto Manhattan. Otras que fue una venganza por Pearl Harbor. Sea cual fuera la razon, ambas bombas fueron lanzadas sobre la poblacion civil. En Hiroshima cayo en pleno centro, lleno de comercios y escuelas,en una ciudad en la que los cuarteles habian sido desalojados semanas antes.


Hiroshima y Nagasaki supusieron el comienzo de la guerra fria. Cada vez mas paises se han ido sumando a la lista de los que poseen armas nucleares y cada vez se desarrollan bombas mas potentes. Ya en los 50, la bomba que los Estados Unidos probaron en las islas Bikini tenia 1.500 veces la potencia de la que arrojaron sobre Hiroshima. Japon hasta ahora se ha mantenido al margen de esta carrera, pero no durara mucho tiempo. Desde hace un par de anyos el primer ministro ya no se reune cada 6 de agosto con los hibakusha (es el nombre que le dan los japoneses a los afectados por la bomba) como se venia haciendo cada anyo desde el final de la guerra.


Como el post me ha salido un poco deprimente, pongo una foto de la isla de Miyajima, que aunque para mi gusto es un conyazo de excursion y una trampa para turistas, es bien fotogenica.

sábado, 13 de octubre de 2007

Aso y Beppu

Estamos en Hiroshima, durmiendo a unos 500 metros de donde hace ya mas de 60 anos cayo la primera bomba atomica. De Nagasaki salimos hace cuatro dias y hemos pasado por Aso y Beppu antes de llegar aqui. En Aso queriamos ver el volcan Aso San, que es el volcan mas grande en erupcion en el mundo, pero entre que ese dia estaba cerrado por gases toxicos y que habia una niebla que no permitia ver a mas de 20 metros de la nariz de uno, no pudo ser. Ese dia pasamos la noche en un minshuku, que si no estoy mal informada es una granja tradicional japonesa. De hecho, si no significa eso, esto es lo que era. La duena nos vino a recoger a la diminuta estacion del diminuto pueblo y nos llevo en coche a su granja. Hablaba un poco de ingles, asi que le fuimos haciendo preguntas. Estaba lloviendo, y que le preguntamos si llevaba muchos dias asi, y ella respondio "urmmm cloud rain cloud rain cloud rain" (nubes lluvia). Y luego si el volcan estaba abierto o cerrado y decia "urmmm open close open close". Para cada cosa tenia una respuesta del estilo. Al llegar a su casa, que era enorme, como estabamos solos nos dio a elegir habitacion. Cogimos una que hacia esquina y desde la que se veian las granjas de alrededor y un jardin japones muy chulo que tenia (en la foto). Nos dio instrucciones detalladas de como llegar al volcan y acordo con nosotros acercarnos a la parada del autobus que nos tenia que llevar alli a primera hora de la manana del dia siguiente. Vamos, que nos queria largar temprano. Por nosotros perfecto. Tambien nos dio un plano detallado con los bares y tiendas del lugar y los horarios de todos.

Con lluvia y todo salimos a explorar el pueblo. Vimos vacas y granjas y volvimos a casa habiendo comido en uno de los bares. Al momento, con el ajetreo de los dias anteriores y el gusto que da tener el estomago lleno, nos asobinamos (toma mi vocabulario Hora Chanante) un ratillo. Cuando nos despertamos era de noche, seguia lloviendo a rabiar y no se veia nada por la ventana. Yo pense que con la tormenta se habia ido la luz en el pueblo, pero que va, es que no habia nada mas que dos tristes farolas a lo lejos. A mediodia habiamos hecho una visita al convini local pero no nos habiamos aprovisionado para la cena. Glubs. Echandole valor y un paraguas, nos adentramos en la noche japonesa dispuestos a llegar a la tienda costase lo que costase. Yo solo pedi que no nos saliera uno de esos perros de pueblo cabrones que te ladran al paso, y si nos llega a salir me infarto. Las vacas habrian podido ser otro punto clave si esto hubiera pasado hace dos anos, pero despues de dormir en Mongolia con yaks, cabras y caballos alrededor de la tienda ya no hay dolor. Calados hasta la cintura por los camiones que pasaban por la carretera pero contentos por haber logrado comprar la cena, volvimos a al minshuku y acabamos el dia comiendo lo que viene siendo un manjar habitual de nuestro viaje en Japon: sandwiches de mantequilla de cacahuete.

Al dia siguiente dejamos las mochilas en la oficina de informacion y subimos al volcan. Lastima que ese dia tocaba closed y con la niebla tampoco pudimos ver otra parte de la montana de la que hablaba en la guia. Subimos igualmente con el autobus, con un conductor y dos coreanas a las que intentaba ligarse. Arriba solo habia autocares de institutos y de jubilados, asi que dimos un paseo por el campo, casi sin ver, nos tomamos un cafe y hala, para abajo. Al llegar a la estacion quedaban 5 minutos para el siguiente tren a Beppu y aun teniamos que ir a coger las mochilas a otro edificio cruzando la calle. Yo dije, uy, no nos da tiempo. Y Alberto, que si. Y vaya si nos dio tiempo. Parece mentira lo que cunden 5 minutos. Yo como lo planifico todo con tiempo de sobra cuento con que si camino de la oficina me pueda tropezar, que si no encuentro la llave, que si no puedo sacar la mochila, y claro, en 5 minutos no me da tiempo si me pasa todo eso.

Beppu es una ciudad de aguas termales. Habiamos reservado un hotel ryokan (es decir, con habitaciones estilo japones) . En la oficina de informacion nos recomendaron un onsen que tenia un bano exterior mixto de barro. Con esto de que era mixto, nos cogimos nuestros banadores, las toallas y nos fuimos en autobus al sitio, que estaba en un pueblo en la montana. Como en todos los onsen que admiten hombres y mujeres, cada uno entra por un lado y tiene sus banos separados. En este el recepcionista nos dijo(bueno, mas bien nos senalo en una foto) que el mixto era el exterior. Acordamos encontrarnos alli No con el hombre, entre nosotros. El plan era, por la parte que me tocaba a mi, entrar, desvestirme, darme un bano en el de mujeres, salir, ponerme el bikini e irme al mixto. Una vez dentro la cosa no era tan sencilla. La primera parte si. Fue al intentar acceder al mixto cuando se complicola cosa. Primero me puse la toalla alrededor y me fui a inspeccionar.

El onsen era un edificio enorme de madera con pasillos muy estrechos llenos de vapor. Para que el haya visto El viaje de Chihiro, es como donde estaba el tipo aquel que hacia funcionar la maquina. Al final de cada pasillo, o habia puerta, o giraba, o en el peor de los casos, varias opciones. En cualquiera de ellas colgaba un cartel en japones que o bien decia "solo mujeres" o "prohibido mujeres", pero yo no sabia cual era cual. Me tire un buen cuarto de hora dando vueltas (luego supe que Alberto por su lado hacia lo mismo). Abria una puerta al exterior y me preguntaba ,sera aqui? y entonces veia algun japones andando en pelotas y me escondia rapidamente. En un par de ocasiones me cruce con una chica japonesa tambienperdida que me decia "no, si esto es complicado hasta para los japoneses". Al final, en una de mis salidas al exterior, vi a esta chica, metida en barro hasta las axilas haciendome senas de que ese era el sitio. Yo ya lo habia visto antes, pero como la gente se metia en pelotas y solo se veian hombres pense que me habia equivocado. Y no, es que era mixto, pero como el barro ademas de asquerosillo es discreto, pues todos desnudos. A todo esto yo llevaba el bikini, muy disimulado debajo de la toalla por si acaso no era conveniente, pero me toco volverme, quitarmelo y encontrar el camino de vuelta al barro. Aqui se demuestra que el mixto no siempre es bikini. Al meterme descubri una especie de burladero por donde las mujeres se sumergian hasta el pecho sin ser vistas y que daba a la piscina comun. En el caso de los hombres era toalla de bidet cubriendo las partes pudendas el que queria, y el que no, a la fresca. En primer grupo estaba Alberto, el previamente conocido como "el Pudoroso". Hubo un guiri que hizo peor papelon que nosotros y desistio se puso la ropa y se salio afuera. Cuando nos marchabamos le vimos que volvia a hacer un segundo intento.

miércoles, 10 de octubre de 2007

Japón interactivo

Entre mis objetivos para este primer mes de viaje estaba recopilar imágenes para realizar un documental sobre comunicación intercultural, pero de momento nada de nada., porque Japón es tan absorbente que lo único que puedes hacer es japonear. Y o tienes tiempo infinito, o te lo tomas de forma totalmente profesional o no da tiempo de nada que no sea hacer el turista. Pero conclusiones sobre los japoneses y su forma de comunicarse hemos sacado unas cuantas. Allá van.

1 - Los japoneses, especialmente los tokiotas, evitan el contacto físico en público. Practicamente nadie se toca, ni van cogidos de la mano, ni mucho menos se dan besos en la calle. Pese a la densidad de gente que hay en todos lados es raro que llegues a toparte o rozarte con alguien, porque el japonés fluye alrededor de los obstáculos. Tienen un gesto específico (haciendo una vela con la mano frente a la cabeza levemente inclinada) para indicar su dirección y poder evitar al máximo cualquier contacto indesedo. La aversión al contacto físico es tal que en las mujeres el uso de guantes es frecuente incluso en pleno verano.

2 - A diferencia de los occidentales, los japoneses centran los esfuerzos en entender, no en explicar, por lo que normalmente pillan a la primera lo que les dices pese a que no conozcan el significado de la mitad de las palabras. Quizás por eso te contestan con un chorreo interminable del que es imposible sacar nada, como si no fueran concientes de que no entiendes ni jota. En Japón puedes tener una conversación de besugo tras otra, y mientras vayas asintiendo con la cabeza ellos te van dando cuerda. Si de vez en cuando sueltas alguna palabra aleatoria en japonés, incluso si está fuera de contexto, la rumiarán y rumiarán hasta que le encuentren un significado adecuado, con lo que la "conversación" puede seguir indefinidamente. Para concluirla puedes decir  "Wakarimashita, domo arigato" (entendido, muchas gracias) y asentir unas cuantas veces con la cabeza. Si no, se pueden quedar delante tuyo indefinidamente intentando intuir el significado de tu silencio.

3 - Del punto anterior se deduce que aquí la comunicación requiere tiempo, así que paciencia. Si hablas con alguien en inglés tienes que tener en cuenta que funcionan a 1200 baudios como mucho y a un volumen que hasta los perros considerarían inaudible. Y si tienes algún tipo de problema y necesitas una respuesta rápida, estás en el peor de los casos, ya que lo peor que puedes hacer para que te entiendan es hablar o gesticular demasiado, que es lo que solemos hacer los occidentales (especialmente las madrileñas) en estos casos. Si les das tiempo para que reflexionen e intuyan lo que les explicas seguro que te entienden antes.

4 - Aquí la sonrisa tiene varias funciones, pero la principal es responder a la incomodidad. Cuando el japonés se enfrenta a una situación incómoda sonríe, así que no debes fiarte mucho de una sonrisa para saber si estás actuando adecuadamente o no. De la misma forma, si tienes algún problema en la habitación del hotel o con algo que has comprado y muestras tu enfado (algo muy muy raro aquí) no te extrañes de que te respondan con sonrisas o risitas, no se están cachondenado. En realidad, aquí es muy difícil distinguir cuando se está produciendo una discusión. Los gritos y muestras de exaltación las dejan sólo para momentos de alegría o entusiasmo, y ni siquiera en la TV es fácil encontrar a alguien mostrando su enfado.

5 - Pese a que todo el mundo responde amablemente  es muy raro que ellos hablen a un extranjero por iniciativa propia. En Tokio y Osaka es casi como si no existieras, como si fueras transparente. La gente te evita en la medida de lo posible, pero de forma muy sutil. Ya lo hacen entre ellos, pero con los extranjeros todavía más: es casi imposible cruzar la mirada con nadie, ni de casualidad. A medida que vas hacia el sur te encuentras con más miradas curiosas, pero siempre de reojillo y desaparecen sin rastro en cuanto les pillas. Primero piensas que es que están muy acostumbrados a los occidentales y no discriminan entre ellos y nosotros, pero es justamente lo contrario. La prueba de que son plenamente conscientes de que eres estás ahí y eres diferente la encuentras en el metro. En más de cien viajes en metro, ni una sola vez se ha sentado un japonés a nuestro lado si ha podido evitarlo. Incluso en los días en los que tocaba ducha (escasos, cierto) era inevitable encontrar el vagón con todos los asientos ocupados excepto los dos que había a nuestro lado.

6 - Todas estas reservas o indiferencia hacia los extranjeros (y hacia ellos mismos) se invierten con un par de cervezas. En los restaurantes y bares es muy habitual que la gente entable conversaciones con desconocidos, incluso con extranjeros y pese a no tener ni idea de inglés. Así que no son exactamente tan reservados como pensamos, lo cual sorprende un poco. Viniendo de Barcelona lo primero que piensas cuando un desconocido achispado te suelta un discurso en japonés o te invita a una cerveza es que estás en el sitio equivocado, pero aquí es algo bastante normal. Si quereis comprobarlo id a los chiringuitos de yakitori que hay en los callejones de Shinjuku Este, no falla.

7 - Cuidado con las jerarquías. En general en Japón la sociedad es bastante igualitaria y la gente con la que nos hemos relacionado siempre nos ha tratado con suma amabilidad, en parte porque al ser extranjeros nos excusan de respetar una serie de normas jerarquicas que al parecer son muy importantes. Ejemplo, nuestra amiga Vanesa. Ella ha estado aquí por trabajo, organizando unas sesiones de marketing en las que se trataba de averiguar qué opinión tenían diferentes ejecutivos sobre un mismo producto. La gracia es comparar la percepción de distintos países para saber si la marca tiene una imagen global común. En estas sesiones cogen un grupo de personas y les van haciendo preguntas sobre el tema/producto que les interesa. Pues bien, alguien interrumpió una de estas sesiones indignado. Al parecer, se quejaba a Vanessa de que una mujer estaba interrumpiendo a los asistentes (varones y mayores) con sus preguntas, mostrando una grave falta de respeto a  hombres de su edad y posición. Esa mujer no era otra que la moderadora de la sesión que estaba haciendo justamente el trabajo que le habían pagado por hacer. Por desgracia para él, Vanesa es alemana residente en N.Y, por lo que su estilo comunicativo no es muy dado al paripé, así que la cosa casi acabó en tragedia. Por cierto, Vanesa cree que la mentalidad japonesa es casi casi como la alemana, con la pequeña diferencia de que aquí usan frases afirmativas (p.ej,"sí, ha sido una película muy interesante, y muy larga") y allí negativas ("una película muy aburrida y larga, pero aún así interesante").

Fiestas de la Virgen de Nagasaki


Aunque Japón es mayoritariamente sintoista y budista hay algunas regiones donde la religión principal es el cristianismo, como es el caso de Nagasaki. Después de tantos días dando vueltas por territorio infiel empezabamos a notar que nuestra fe decaía. Casi ya ni nos acordábamos de como es una buena crucifixión, así que sabiendo que Nagasaki estaba de fiestas populares nos hemos venido para aquí abajo en busca de procesiones, romerías y devoción popular. De Osaka a Nagasaki hay cerca de 800 km, o lo que es lo mismo, 5 horas de tren. Pero que tren oiga. Ni "La Rápida"... Asientos de cuero, suelo de parqué, sitio para estirar las piernas... Daban ganas de pedirle al conductor que nos diera otra vueltecita. Pero no podía ser, porque nos esperaba la virgen de Nagasaki.

Lo de que esta zona sea cristiana se debe principalmente a que tras muchísimos años de aislamiento total el imperio Japonés dio permiso a unos cuantos cristianos, principalmente holandeses y portugueses, para que establecieran tratos comerciales con Nagasaki. Aunque fueron muy precavidos y sólo les dejaron establecerse en una pequeña isla, no pudieron evitar que nuestro señor acabara difundiéndose por estos lares. Si fue grande el éxito del cristianismo que enseguida se pusieron de moda las crucifixiones. No tenemos ni idea de como se enteraron los japoneses de que el orden natural de las cosas es crucificar cristianos, así que suponemos que se chivaría algún portugués. La cuestión es que en menos que canta un gallo se estableció una colonia cristiana en Nagasaki, con sus mártires, su catedral y todos sus complementos. En nuestro álbum Panini de santos varones tenemos localizados cromos de más de 20 mártires japoneses, ahí queda eso. La catedral desgraciadamente ya no existe porque, al igual que el resto de la ciudad, se la cargaron los americanos con su bomba atómica.

Nada más bajarnos del tren nos dimos de frente con una comparsa que transportaban los mozos del barrio alto. Aquí las fiestas las organiza cada año un barrio, y como son siete en la ciudad, pues eso, que a cada peña le toca esperar seis años para poder llevar el santocristo y la imagen de la virgen. La verdad es que en seis años les debería dar tiempo de adecentar un poco las imágenes, que las llevaban llenas de bichos raros. Ya nos han avisado que los del barrio alto son un poco así, de la broma y muy poco píos, por lo que nos lo hemos tomado con resignación. Tras perdernos un ratito por la ciudad intentando dar esquinazo a la peña "los Jarakiris", que pretendían echarnos al pilón, hemos llegado al hotel intactos pero cansaditos. El hotel está a diez minutos de la estación de tren, pero se pueden convertir fácilmente en cuarenta si se te ocurre preguntar el camino a quien no debes, como hicimos nosotros. El hotel lo llevaba una chica rolliza y dormilona del barrio de la cuesta que por lo que nos dijo era sobrina-nieta de la tía Mariuchi, a la cual no teníamos el gusto de conocer. A la pobre chica la despertamos por lo menos seis veces en dos días, y aún así se portó muy bien con nosotros. Entre otras cosas nos explicó detalladamente el programa de fiestas, que consistía básicamente en una procesión en recinto cerrado y varios pasacalles. No mucho para ser la tercera fiesta más importante del Japón. Aunque los pasacalles no tenían horario definido la procesión era según ella a las siete de la mañana en el templo de la Virgen de Nagasaki. Hay que decir que esta virgen es más realista que las que tenemos por allí, ya que la representan calva y gorda a decir basta, lo que ya justificaba el madrugón.

Total, que a las 6 y pico del día siguiente ya estábamos en danza a la búsqueda de la procesión. Nagasaki es una ciudad del estilo de Lisboa, San Francisco, Salinas del Manzano o Torres de Albanchez, es decir, en cuesta. El templo de la virgen de Nagasaki estaba en todo lo alto del barrio alto, así que cuando llegamos allí y vimos que de procesión nada de nada nos acordamos de la rolliza, de su tía-abuela Mariuchi y hasta del perro de San Roque. Suerte que un abuelete, a la voz de "ande van los señores" nos sacó de nuestro error y nos enfocó hacia el final de la cuesta, donde ya vimos que se congregaba todo el gentío. Al ver que nos acercábamos un tanto descompuestos por el cansancio, unos mozos, seguro que del barrio alto, empezaron a gritar "que la han soltao que la han soltao", y ya nos tienes corriendo otra vez. Pues no se rieron ni nada con nosotros... y ni vaquilla ni leches. Además, la cola para entrar al recinto de la procesión ya daba la vuelta a la manzana y al cabo de un rato nos enteramos de que no quedaban tickets. Y como eran las 7 de la mañana de la fiesta gorda, pues todo cerrado. Y encima empezó a llover. Un desastre.

Ya a mediodía, después de visitar el museo de la Bomba de Nagasaki, nos empezamos a encontrar pasacalles por la ciudad. Pero entre que no eran muy espectaculares y que no le echaban mucho entusiasmo dejamos de prestarles atención, más o menos como los japoneses. Los de la comparsa se dedicaban a saludar a los comercios que les habían financiado y poco más, así que les dejamos a lo suyo y nos fuímos a la fiesta de verdad: los chiringuitos! Carol ya os ha contado un poco lo que se podía encontrar por ahí, así que no lo repetiré y me limitaré a poner un vídeo (ya disponible :)) resumen de las fiestas de Nagasaki.

domingo, 7 de octubre de 2007

De Osaka a Nagasaki

Esta foto es de nuestra visita de ayer al castillo de Himeji. La idea original era visitar el de Osaka, pero estando Himeji tan cerca, en el último momento nos decidimos por éste, que es mucho más espectacular. La visita es muy entretenida pero acabas agotado de los seis pisos de escaleras empinadas que hay que subir. Como curiosidad contar que el recinto del castillo tiene un edificio que dedicaban al ritual del harakiri y a cortar cabezas. Un centro de ocio, vaya.

Casi a las 5 hemos llegado en tren a Nagasaki. Salimos de Osaka esta mañana con un shinkansen y luego hemos cogido uno normalito. Entre la llegada del primer tren y la salida del segundo sólo había 15 minutos de por medio, pero son tan puntuales que te da tiempo a hacer el trasbordo sin prisas. Y hablando de transportes, hoy mi mochila estrena ruedas. Hace unos días, todavía en Tokio, la rodilla derecha empezó a molestarme, supongo que de andar tanto, y antes de ayer cuando nos tocó desplazarnos con las mochilas iba con un poco de miedo de sobrecargarla. Pero se portó bien y en Osaka no me ha molestado mucho. De todos modos, ayer decidí que era un riesgo tonto cargar con peso mientras la tenga así y me compré un transportín con ruedas por 1.500 yenes. Hoy he amarrado la mochila al bicho y funciona de maravilla, asi que probablemente en lo que resta de Japón iré en este plan. A mi lado aventurero y sufridor le da un poco de vergüenza tener que recurrir a estos apaños por lo que cuando veo que alguien me mira raro, me apresuro a explicar que no es que sea una mochilera cutre, es que es por la rodilla y tal.

En Nagasaki están en pleno Kunchi, uno de los festivales más grandes de Japón. Al llegar a la estación ya se veía el ambientillo festivalero. Además se nota que estamos en el sur. Los nagasakeños tienen pinta de ser bastante más relajados que los tokiotas y en la calle la gente se ríe, gesticula y habla en voz alta. También la forma de vestir es distinta. En esto nos fijamos bastante, sobre todo en las chicas porque son las que más variedades presentan. En Tokio van en plan raritas de diversos tipos o en plan rompedoras con dos capas de maquillaje y tacones de 5 cms. En Osaka van supermaqueadas, con tres capas de maquillaje y tacones de 10 centímetros. Son como Beyoncés asiáticas, pero con más presupuesto en peluquería (en laca sobre todo). Aquí en Nagasaki son más de sport, arregladas pero sin sufrir tanto.

Volviendo a Nagasaki, por lo que hemos visto hoy se nota mucho la relación con Europa. Nagasaki fue la primera ciudad de Japón en comerciar con occidente, en concreto con portugueses y holandeses por allá por el siglo XVI. Japón era budista por entonces y empezaron a pensar que igual tanto venir portugueses igual se les llenaba esto de cristianos, asi que los largaron de aquí unos años más tarde. A nosotros los españoles que vinimos a hacer perras y a ver si cristianeábamos a alguien, también nos dijeron adiós con la manita, y a los holandeses que eran protestantes pero poco, los dejaron estar así por lo bajini.

En la vuelta que nos hemos pegado esta tarde por la ciudad nos hemos topado con los puestos propios de cualquier fiesta de pueblo que se precie, que no son 20 ni 30. Son cerca de 300, sin exagerar. Los de comida evidentemente no tienen nada que ver con los de las fiestas del pueblo de mi padre en Jaén, pero otros sorprendentemente son los mismos. Por ejemplo el de las escopetas o las tómbolas. Aquí estas últimas están más al día y sortean Nintendos WII, aunque el nivel de horterismo del resto de regalos es similar. Si algo aprende uno viajando es que la globalización empieza por lo hortera.

Los puestos que de ninguna manera encontraríamos en mi pueblo, por hacer una lista son: los que venden calamares de medio metro a la parrila ensartados en palos, los de pescar escarabajos o galápagos vivos de un terrarium con un imán, los de pescar peces con una raqueta de papel (a esto jugué un día en otra feria de Tokio) , los de leerte la mano o los de croquetas de pulpo.

sábado, 6 de octubre de 2007

Osaka


Estamos en Osaka, la ciudad de la comida y de los neones. Por lo que vimos ayer parece que hubiera crecido desde los márgenes del río hacia afuera y esto, unido al considerable caos de gente y neones, le da un aspecto portuario muy curioso. Así como Tokyo es bastante ordenada, en Osaka uno espera encontrarse cualquier cosa. Ah, y yo creo que hay que verla de noche por primera vez paa que la impresión sea mayor. De día estoy segura de que pierde en encanto, pero aún no lo he comprobado.

Lo que es obvio en Osaka es que la comida es importante. Se le llama la ciudad del Kuidaore, que según el folleto que me han dado esto es, y pongo la frase exacta en inglés porque no tiene desperdicio "ruining oneself by one's extravagance in food" (en castellano creo es algo así como "echarse a perder por las extravagancias de uno con la comida"). Asi que cuidao con el kuidaore.

Ayer, para probar esto de echarnos a perder, nos fuimos a un okonomiyaki que venía en la guía Lonely Planet. Yo creo que es el primer día que hemos consultado la guía para comer, pero en Dotombori, el centro de Osaka, había tantos locales que teníamos muchos número para acabar en un tugurio malo y caro. El sitio al que fuimos no estaba mal, aunque aquí el concepto de vegetariano es libre. Alberto pidió un okonomiyaki sólo verduras y la camarera le dijo...ermm..sin carne? no...sin pescado? no...ermm, mira, eso no lo tenemos pero te pongo uno de cerdo y queso y no te ponemos el cerdo. Vale, perfecto. Diez minutos después teníamos el okonomiyaki encima de la mesa, sin cerdo, pero con una capa de bonito de 3 centímetros. Arggg. Le decimos, oye, que esto tiene pescado. No hay problema. Se lo pasó al cocinero que con una espátula zas zas cogió y apartó todo el bonito. Hale, listo. Como véis en Japón es muy fácil sentirse como en casa.

Ya con el estómago lleno seguimos pululando por Osaka y como ya no puedo comprar nada, primero porque el Japan Rail Pass con el que estamos viajando por Japón reduce bastante nuestro presupuesto y segundo porque ya hemos enviado 13 kilos de compras a casa y más es abusar (esto no lo pienso yo, me lo dice Alberto). En fin, que como no puedo comprar, pues me estoy fundiendo el dinero en recreativos. Japón es el país del consumo, y donde fueres haz lo que vieres, no? Ayer jugamos a una máquina de tambores que ya hemos probado antes, donde tienes que seguir el ritmo a golpe de bombo. Adentrándonos más en los recreativos, encontramos unas supermáquinas que quisimos probar a toda costa. Era de robots Gundam, que aquí son muy famosos. Ocho supercabinas individuales con pantalla estilo IMAX y asiento de piloto desde la que cada jugador manejaba su robot, que era como Mazinger Z, y se enfrentaba al resto de jugadores divididos en dos equipos. Me he explicado? Pues a mí tampoco me quedó muy claro, pero un japonés se nos acercó y nos estuvo explicando cómo funcionaba todo, con qué mando andabas, con cuál disparabas, con el pedal que acelerabas.. Nos decía, el pedal de la izquierda para DUSH, y lo escribía tal cual, hasta que ya entendí que quería decir RUSH. Esto es bastante frecuente, en Yodobashi Camera los letreros decían ELECTLONICS. Ni hecho a propósito. El caso es que si no hubiera sido por las explicaciones de este chico no hubiéramos sabido jugar. Cuando nos tocó el turno se metió conmigo en la cabina para explicarme como unirme al equipo y elegir arma y tal. E incluso me pagó la partida. A Alberto mientras tanto, metido en otra cabina, se le pasaba el turno intentando averigüar cómo iba el invento. Es lo que tiene el cromosoma Y, que es fatal para estas cosas. Aquí podéis ver cómo se juega y aquí una pequeña explicación del juego. Ah, y para más tela se juega online, es decir, estás jugando con jugadores de todo Japón, no sólo de los recreativos donde estás.

Por último hacer mención del guesthouse donde estamos alojados. Decir que el dueño ha cogido un piso y cada habitación la ha dividido en varias, con paredes de contrachapado. Así, tal cual. Nosotros dormimos en un cubículo de madera y corcho (no, no está forrada de corcho, el corcho es el único elemento de la pared) con dos literas. Si abrimos la puerta, que es corredera, el vecino no puede salir, porque las hojas de la puerta son compartidas. Si desenchufo un enchufe, le quito la luz (o el ventilador, aún no lo sé) al vecino. Si saco la mano por la ventana, toco el edificio de enfrente. El vecino no puede lavarse los dientes a la vez que yo desayuno en la cocina porque me saca un ojo con el codo. En la terraza, bueno, lo que alguna vez fue terraza, ahora hay 9 literas. Y lo que es increíble es que tanto los que duermen allí como nosotros hemos pagado por estar aquí.

lunes, 1 de octubre de 2007

El corazón de las tinieblas

Antesdeayer por la noche, mientras pasábamos los vídeos y las fotos al ordenador en nuestra habitación, oímos un ruido en el exterior que hasta la fecha sólo habíamos conocido por las películas del Miyazaki. Sonaba así como "brbbrbrbrbrboooo",  y según los anime no anuncia nada bueno. Efectivamente, ayer la temperatura bajó más de diez grados y de repente ya estamos en otoño, con fresquito y lluvias diarias.

No alteramos el calendario de excursiones alrededor de Tokio y pese a la lluvia nos fuimos a Kawagoe, que está a aproximadamente media hora en tren de aquí y que prometía ser interesante. Entre que llovía bastante, que ibamos empapados, y que no encontramos nada digno de ver en los 20 minutos que deambulamos por las calles de Kawagoe decidimos volvernos y dedicar la tarde a descansar un poco, cosa que no conseguimos. Se hizo de noche y seguía lloviendo, y nosotros no podíamos conciliar el sueño. A eso de las dos de la mañana, todavía lloviendo, nos desvelamos definitivamente debido a uno de esos espectáculos que organizan por aquí para entretener al personal y que consiste en hacer temblar el suelo, las paredes y las dentaduras postizas. Sólo cinco segundos de tembleque, pero bien aprovechados. Según Carol a ella le dió tiempo de pensar en un protocolo de emergencia que vió en un capítulo del Equipo A pero por mi cabeza creo que sólo pasó una frase: "Ostras, un  terremoto, que chulo".  A Carol el terremoto le ayudó a quedarse sopa, seguramente tranquilizada por su dominio del control de riesgos, y se durmió con una mitad del cuerpo en la cama, la otra en el futón y la melena desparramada por el resto de la habitación. Yo, por el contrario, estaba cada vez más inquieto y ver a Carol en plan niña del exorcista no ayudaba, así que me senté en el trozo de futón que me quedaba y me dediqué a editar un vídeo que tenía pendiente. En algún momento había dejado de llover, pero todavía se oían los ruidos de las gotas cayendo desde el tejado y bajando a través de los canalones. Y yo, que andaba ya con los ojos como platos y los nervios de punta, los confundía con voces que me llamaban como desde lo profundo del océano. No tenía ningún sentido, pero me parecía oir algo así como "verderverdeverdeensaldaverdeverde". Estuve a punto de despertar a Carol para ver si ella también lo oía, pero decidí que era más seguro bajar a la calle y comprobarlo por mi mismo.

En la calle, a las cuatro y media de la mañana y con un poco de chirimiri ocasional, no había nadie ni nada para ver, así que me fui a dar un paseo con mi paraguas y mi bolso/mochila para ver si me entraba el sueño. No habia recorrido ni cien metros cuando llegué al puente del primer río que rodea nuestro barrio y me detuve para ver hasta donde había subido el nivel del agua después de tanta lluvia. En realidad más que un río es un canal de color negro-verdoso en el que de vez en cuando nada algún pato, pero esta vez lo que había nadando no era un pato sino un señor con un traje de neopreno que al parecer emergía de las profundidades del canal. Salió del agua, y todavía chorreante se me acercó y me dijo: "La pizza la quiere con anchoas o sin anchoas?", a lo que instintivamente contesté "Sin anchoas, por favor". "Muy bien, sígame", me dijo el buzo en un perfecto castellano con acento de l' Hospitalet. No se por qué lo hice, pero le seguí por las calles de Monzen-Nakacho hasta llegar al metro. Allí se detuvo, me pidió 20 yenes que al parecer le faltaban y a continuación compró un billete. Era el primer tren de la mañana, así que el andén estaba bastante desierto. El buzo y yo nos colocamos en frente del vagón sin aire acondicionado y esperamos pacientemente a que llegase el tren. "Así que vegetariano el nene...", me dijo mientras me miraba de reojillo a través de las gafas. Iba a decirle que también como jamón del bueno si la ocasión se presta, pero justo en ese momento se dedicó a soplar por el tubo para achicar agua y no me atreví a interrumpirle. Cuatro paradas más tarde nos bajábamos del vagón y salimos al exterior de la estación de Tsukijisho.

Ya empezaba a verse la luz del día, y en la calle había un gran movimiento de gente por todos lados. Al parecer a nadie le extrañaba que un buzo deambulase por allí a las cinco de la mañana, así que empecé a pensar que sería alguna atracción usual en Tokyo y me tranquilicé. Pero poco me duró, porque a los pocos metros de retomar nuestro camino me di cuenta de hacia donde íbamos y caí presa del pánico. Comprendí que toda aquella gente iba y venía hacia el mismo sitio: el corazón de las tinieblas. Y no iban solos. Cada uno de ellos llevaba bajo el chubasquero una de esas asquerosas criaturas de las que tanto me habían hablado y que últimamente me encontraba en todos sitios. El buzo me fue empujando hacia adelante con gritos de "Pero si no sabe a nada...",  y aunque yo no quería llegué hasta el criadero de las bestias. Allí sólo había japoneses ataviados con botas, chubasqueros y cuchillos largos como espadas que al parecer estaban velando por las criaturas. Estas eran grandes como una persona y negras como el betún, lo que contrastaba con las camas blancas y heladas en las que reposaban. Intenté huir, pero no pude evitar ver como las criaturas se iban descomponiendo en pequeños trozos y abandonaban sus camas, mezclándose con todo a su alrededor. Eran millones y aunque ya eran tan pequeños que no podía verlos notaba que estaban allí y que venían a por mi. Por fin, conseguí zafarme del buzo y salir corriendo. "Pero si tienen muchas proteínas... Te dejas lo mejor!!!" me gritaba mientras me alejaba. Corrí hasta llegar al metro, y una vez allí me aseguré de que no me seguían, cambié cuatro veces de tren por si acaso y finalmente llegué al apartamento.

Carol seguía durmiendo, pero yo estaba tan cansado que tuve que apartarle un brazo para poder abrir la nevera y conseguir algo de agua fresca. No se como lo hicieron, pero estaban esperando dentro del congelador. Creo que no nos va a quedar más remedio que huir de Tokio....