miércoles, 10 de octubre de 2007

Japón interactivo

Entre mis objetivos para este primer mes de viaje estaba recopilar imágenes para realizar un documental sobre comunicación intercultural, pero de momento nada de nada., porque Japón es tan absorbente que lo único que puedes hacer es japonear. Y o tienes tiempo infinito, o te lo tomas de forma totalmente profesional o no da tiempo de nada que no sea hacer el turista. Pero conclusiones sobre los japoneses y su forma de comunicarse hemos sacado unas cuantas. Allá van.

1 - Los japoneses, especialmente los tokiotas, evitan el contacto físico en público. Practicamente nadie se toca, ni van cogidos de la mano, ni mucho menos se dan besos en la calle. Pese a la densidad de gente que hay en todos lados es raro que llegues a toparte o rozarte con alguien, porque el japonés fluye alrededor de los obstáculos. Tienen un gesto específico (haciendo una vela con la mano frente a la cabeza levemente inclinada) para indicar su dirección y poder evitar al máximo cualquier contacto indesedo. La aversión al contacto físico es tal que en las mujeres el uso de guantes es frecuente incluso en pleno verano.

2 - A diferencia de los occidentales, los japoneses centran los esfuerzos en entender, no en explicar, por lo que normalmente pillan a la primera lo que les dices pese a que no conozcan el significado de la mitad de las palabras. Quizás por eso te contestan con un chorreo interminable del que es imposible sacar nada, como si no fueran concientes de que no entiendes ni jota. En Japón puedes tener una conversación de besugo tras otra, y mientras vayas asintiendo con la cabeza ellos te van dando cuerda. Si de vez en cuando sueltas alguna palabra aleatoria en japonés, incluso si está fuera de contexto, la rumiarán y rumiarán hasta que le encuentren un significado adecuado, con lo que la "conversación" puede seguir indefinidamente. Para concluirla puedes decir  "Wakarimashita, domo arigato" (entendido, muchas gracias) y asentir unas cuantas veces con la cabeza. Si no, se pueden quedar delante tuyo indefinidamente intentando intuir el significado de tu silencio.

3 - Del punto anterior se deduce que aquí la comunicación requiere tiempo, así que paciencia. Si hablas con alguien en inglés tienes que tener en cuenta que funcionan a 1200 baudios como mucho y a un volumen que hasta los perros considerarían inaudible. Y si tienes algún tipo de problema y necesitas una respuesta rápida, estás en el peor de los casos, ya que lo peor que puedes hacer para que te entiendan es hablar o gesticular demasiado, que es lo que solemos hacer los occidentales (especialmente las madrileñas) en estos casos. Si les das tiempo para que reflexionen e intuyan lo que les explicas seguro que te entienden antes.

4 - Aquí la sonrisa tiene varias funciones, pero la principal es responder a la incomodidad. Cuando el japonés se enfrenta a una situación incómoda sonríe, así que no debes fiarte mucho de una sonrisa para saber si estás actuando adecuadamente o no. De la misma forma, si tienes algún problema en la habitación del hotel o con algo que has comprado y muestras tu enfado (algo muy muy raro aquí) no te extrañes de que te respondan con sonrisas o risitas, no se están cachondenado. En realidad, aquí es muy difícil distinguir cuando se está produciendo una discusión. Los gritos y muestras de exaltación las dejan sólo para momentos de alegría o entusiasmo, y ni siquiera en la TV es fácil encontrar a alguien mostrando su enfado.

5 - Pese a que todo el mundo responde amablemente  es muy raro que ellos hablen a un extranjero por iniciativa propia. En Tokio y Osaka es casi como si no existieras, como si fueras transparente. La gente te evita en la medida de lo posible, pero de forma muy sutil. Ya lo hacen entre ellos, pero con los extranjeros todavía más: es casi imposible cruzar la mirada con nadie, ni de casualidad. A medida que vas hacia el sur te encuentras con más miradas curiosas, pero siempre de reojillo y desaparecen sin rastro en cuanto les pillas. Primero piensas que es que están muy acostumbrados a los occidentales y no discriminan entre ellos y nosotros, pero es justamente lo contrario. La prueba de que son plenamente conscientes de que eres estás ahí y eres diferente la encuentras en el metro. En más de cien viajes en metro, ni una sola vez se ha sentado un japonés a nuestro lado si ha podido evitarlo. Incluso en los días en los que tocaba ducha (escasos, cierto) era inevitable encontrar el vagón con todos los asientos ocupados excepto los dos que había a nuestro lado.

6 - Todas estas reservas o indiferencia hacia los extranjeros (y hacia ellos mismos) se invierten con un par de cervezas. En los restaurantes y bares es muy habitual que la gente entable conversaciones con desconocidos, incluso con extranjeros y pese a no tener ni idea de inglés. Así que no son exactamente tan reservados como pensamos, lo cual sorprende un poco. Viniendo de Barcelona lo primero que piensas cuando un desconocido achispado te suelta un discurso en japonés o te invita a una cerveza es que estás en el sitio equivocado, pero aquí es algo bastante normal. Si quereis comprobarlo id a los chiringuitos de yakitori que hay en los callejones de Shinjuku Este, no falla.

7 - Cuidado con las jerarquías. En general en Japón la sociedad es bastante igualitaria y la gente con la que nos hemos relacionado siempre nos ha tratado con suma amabilidad, en parte porque al ser extranjeros nos excusan de respetar una serie de normas jerarquicas que al parecer son muy importantes. Ejemplo, nuestra amiga Vanesa. Ella ha estado aquí por trabajo, organizando unas sesiones de marketing en las que se trataba de averiguar qué opinión tenían diferentes ejecutivos sobre un mismo producto. La gracia es comparar la percepción de distintos países para saber si la marca tiene una imagen global común. En estas sesiones cogen un grupo de personas y les van haciendo preguntas sobre el tema/producto que les interesa. Pues bien, alguien interrumpió una de estas sesiones indignado. Al parecer, se quejaba a Vanessa de que una mujer estaba interrumpiendo a los asistentes (varones y mayores) con sus preguntas, mostrando una grave falta de respeto a  hombres de su edad y posición. Esa mujer no era otra que la moderadora de la sesión que estaba haciendo justamente el trabajo que le habían pagado por hacer. Por desgracia para él, Vanesa es alemana residente en N.Y, por lo que su estilo comunicativo no es muy dado al paripé, así que la cosa casi acabó en tragedia. Por cierto, Vanesa cree que la mentalidad japonesa es casi casi como la alemana, con la pequeña diferencia de que aquí usan frases afirmativas (p.ej,"sí, ha sido una película muy interesante, y muy larga") y allí negativas ("una película muy aburrida y larga, pero aún así interesante").

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante todo. Ya me imagino al pesado/a ese que reparte abrazos dedicándose a la mendicidad en Japón. Que conste que no hace tanto me echaron una bronca considerable en Madrid por darme un beso en la calle, y encima luego me casé con ella y todo, del cargo de conciencia que me dio.
Seguid así, que este blog debería comprarlo Lonely planet o como rayos se llame ahora, para hacer sus guías.

Al. dijo...

Estaría bien que lo comprara el Married Planet (las cosas cambian) , sobretodo teniendo en cuenta que es la guía que llevamos y que al menos la de Japón y la de Tokio son una porquería.
Por cierto, ya teneis el billete para N.Z.??? :)