viernes, 11 de abril de 2008

Islas Perhentian, paraíso a diez euros la noche.

kecil_perhentian

Todavía nos quedan unos meses de viaje, pero no creemos que vayamos a encontrar un sitio más parecido a nuestra idea de paraíso que las Islas Perhentian, en el norte de Malasia. Si andáis buscando la residencia de verano de Robinson Crusoe probablemente la encontréis allí, rodeada de cocoteros, lagartos gigantes y playas de arena blanca bañada por aguas azul turquesa.

Y la verdad es que nos pilló un poco por sorpresa porque, igual que nos pasó con Borneo, antes del viaje no teníamos ni idea de que en Malasia había islas semejantes. Pensábamos que con suerte las encontraríamos en Tailandia, o en Australia, o en Bali, pero cuando pasamos por allí, las playas de postales se quedaban en eso, en postales en las que no salen ni los millones de turistas, ni las aguas turbias, ni el barro de los manglares, ni los cientos de hawkers, ni los precios de los resorts mejor situados, ni las medusas asesinas, ni las infernales moscas de la arena. Así que cuando al leer las guías de Malasia nos encontramos con Pulau Tioman, Pulau Redang y las Perhentian no nos fiamos demasiado, y decidimos visitar sólo estas últimas, que parecían las más tranquilas y menos masificadas. Luego, en Borneo, nos encontramos con la minúscula y alucinante isla de las Tortugas y ya vimos que quizás habíamos sido demasiado prudentes, pero los billetes a Laos ya estaban comprados y en las Perhentian sólo nos daba tiempo de pasar 3 días.

Llegamos hasta allí desde Borneo vía Kuala Lumpur, a través de una de las rutas que teníamos más ganas de hacer: el tren de la Jungla. Aunque Malasia se está cargando sus selvas a velocidades de vértigo todavía conserva la joya de Taman Negara, el bosque pluvial más antiguo del mundo, y una de sus principales atracciones turísticas. Pensábamos pasar unos días allí, pero como leímos que era muy difícil ver vida salvaje debido a la densidad de la jungla, cambiamos el destino por Borneo, creemos que acertadamente. Aún así no nos queríamos perder la ruta en tren que atraviesa la zona, que se supone que es una de las más atractivas del mundo, por lo que elegimos el tren para ir desde KL hasta el noreste de Malasia, a las Perhentian. La forma ortodoxa de hacer el Jungle Trail es mediante el tren lento de tercera que sale de Gemas, no muy lejos de KL, y llega hasta la frontera con Tailandia en aproximadamente 18 horas. El tren para en todas las aldeas y  permite contemplar la vida diaria de los habitantes de la jungla. Según cuentan, los vagones se convierten en un mercado ambulante de lo más pintoresco e interesante, y el paisaje es espectacular. Pero también habíamos leído opiniones de otros turistas que se habían aburrido mortalmente y lo habían pasado mal tanto tiempo en un tren sin aire acondicionado, asientos reservables y con lavabos en los "jamás querrías entrar", así que optamos por un plan intermedio: el tren nocturno express en compartimento privado. Unos 20  € y pico cada uno, muchísimo si lo comparamos con los precios regalados de autobuses o asientos normales en el mismo tren, pero poco si tenemos en cuenta el nivel de comodidad. Salimos de KL a las 20:30 y llegamos a Tanah Mera a las 11 de la mañana, tres horas más tarde de lo previsto. Nos pusimos el despertador a las 6 de la madrugada para ver salir el sol mientras atravesábamos la selva cómodamente tirados en nuestras literas, y con toda la ventana a modo de pantalla de cine. La jungla se abría de vez en cuando para dar paso a  ríos marrones y montañas de formas imposibles. Para Carol, que durmió como un lirón hasta que sonó el despertador, valió mucho la pena, pero yo, que no pegué ojo por los nervios de no oír el despertador con tanto traqueteo,  eché de menos los bichos de Borneo y no acabé contento del todo.

Desde Tanah Mera hasta Kuala Besut, uno de los pueblos costeros desde los que se llega a las Perhentian, se puede ir en taxi por unos diez euros, y se tarda más o menos una hora. Si lo hacéis, id con cuidado de que no os dejen en el pueblo de al lado, Tok Bali, porque desde allí salen menos ferrys hasta las islas (aunque las agencias pagan más comisión a los taxistas, que "por error" te dejan allí). El ferry a las Perhentian cuesta 35 Ringgits por trayecto (unos 7€), y desde Kuala Besut sale a las 8, a las 12 y a las 4 de la tarde, aunque en temporada pico es posible que haya más frecuencias, o menos, si hay mal tiempo.  Si vais, tened muy en cuenta el clima. Desde Diciembre hasta Febrero llega el monzón, los resorts cierran y los ferrys dejan de operar, pero al parecer en pocos sitios te avisan de ello. La chica sueca con la que coincidí en el curso del Wat Po estuvo allí en Enero, con otros seis despistados, un único restaurante abierto y lluvia constante. Antes de ir preguntaron en la oficina de turismo de KL y les dijeron que era una temporada ideal porque había "pocos turistas", pero no les dijeron nada del monzón. Nosotros pospusimos la visita en Marzo porque parecía que el monzón llevaba retraso y acertamos. Por lo que nos contaron luego en la isla, el tiempo era horrible y todo permaneció cerrado hasta principios de Abril.

kecil_perhentian3 Pero si tienes suerte y el tiempo acompaña, es el paraíso, o eso nos pareció a nosotros. Cuando el ferry nos dejó en Kecil, la isla pequeña, no nos acabábamos de creer lo que veíamos: Aguas turquesa cristalinas, coral y peces que se veían desde el jetty, pequeños bungalows entre los cocoteros, 3 o 4 chiringuitos y, como mucho, 10 o 12 personas en una playa de más de un kilómetro de largo. Habíamos leído que en el otro lado de la isla, en la Long Beach, había mucho más jaleo, y que la Coral Bay en la que estábamos era todo más tranquilo, pero no nos imaginábamos algo TAN tranquilo. Y cuando llegamos al Maya Resort, vimos nuestro bungalow y confirmamos que sólo costaba 40 Ringgits la noche (menos de 10 €)  nos pareció que debía haber algún truco.  Pero no. La habitación estaba bien, tenía lavabo privado, ventilador y cuando lo pedimos nos pusieron una mosquitera. Gema, la chica filipina que atendía el negocio, era de lo más atenta y agradable, y por suerte se había acordado de mi nombre cuando reservé por teléfono a través del Skype el día de antes gracias a que en su país "Alberto" es muy habitual. En el resto del sudeste asiático son incapaces de pronunciarlo aunque lo repita diez veces. En definitiva, que nos habían guardado la habitación aunque llegamos 4 horas más tarde de lo previsto. Y en las islas eso es mucho decir, porque en general funcionan en modo "pasen y vean", ni reservan por teléfono (porque no saben cuando se van a ir los clientes, que se suelen quedar más de lo previsto), ni mucho menos por Internet, que sólo hace un par de años que llegó a la isla.

coconut En cuanto dejamos las mochilas nos tiramos al agua a hacer algo de snorkel y, aunque el coral de la "Coral" Bay está muy deteriorado (al parecer debido al jetty que hicieron hace poco), vimos unos cuantos bichos, casi sin necesidad de usar las gafas: Nemos , pepinos de mar (asquerosos) y cinco napoleones gigantes nadando todos juntitos. Al volver al bungalow Gema nos recomendó a Met, un guía local del chiringuito de al lado,  para que nos llevara a hacer snorkel, y nos apuntamos para el día siguiente. También nos dijo que éramos los primeros españoles que tenían en el resort, y que cuando jugaban al scatergories y alguien nombraba "Spain" siempre se preguntaban por donde andaríamos los españoles que nunca nos veían por ahí como a los franceses, alemanes o suecos. Pero diez minutos después, desde una de las hamacas del resort, salió una voz que dijo  "Hola, de donde sois?", en perfecto castellano de Les Corts que nos quitó el privilegio de ser los primeros ibéricos en visitar el resort. Resulta monitor_lizardque justo en la habitación de al lado estaban dos chicas de Barcelona, Cristina y Ariana, que habían llegado camufladas con un grupo de angloparlantes y que habían decidido quedarse algunos días más que ellos en la isla.  En cinco minutos nos pusieron al día de todos los datos necesarios para sobrevivir allí: cuidado con las arañas gigantes, cuidado con los lagartos de más de dos metros, cuidado con el sol  y cuidado con el pelo que se estropea mucho con la manicura de las camisetas del chatuchak. Esto último lo tengo un poco mezclado porque no me lo dijo a mi, sino a Carol. Yo me quedé pensando en los lagartos como Homer en los Donuts, y babeando un poco. En los días siguientes pudimos comprobar que Cristina y Ariana, en los cuatro días que llevaban allí, se habían recorrido todos los rincones de la isla, conocían  todos los locales, todos los locales las conocían a ellas, y hasta sabían la ubicación exacta de las arañas más gordas y las detectaban incluso a oscuras. Y también comprobamos que son la mar de majas y que tenemos una nueva cena pendiente para cuando lleguemos a Barcelona.

Y como no hay dos sin tres, al día siguiente conocimos a Alberto, cartagenero de pro que se alojaba en el bungalow de enfrente, y  a sus dos hijos criados en Malasia, de madre japonesa,  que hablaban medio murciano, medio inglés y japonés. El mayor, Tareq, se subió con  nosotros y otros cuantos guiris más a la barca de Met, que nos iba a llevar de excursión esnorkelera. Aunque sólo tenía diez años estaba siempre en primera fila bicheril, codo con codo con Carol, viendo tiburones (atención madriles, que su hija ya ha visto tiburones y no ha fallecido del susto!! ), dando de comer a millones de tortugas peces de colores y nadando con tortugas que eran bastante más grandes que él. Yo me perdí los tiburones, pero con lo de las tortugas me doy más que satisfecho. En la gran barrera de coral australiana nadamos un rato con una, junto con otros 40 turistas más y el submarinista que le iba dando de comer. En las Perhentian tardamos en encontrarlas porque el agua estaba algo turbia, pero cuando Met dio con ellas fue un no parar. Una por aquí, otra por allá, ahora dos juntas, ahora una que sube a respirar... Yo estuve nadando con una  descomunalmente grande casi diez minutos. Iba un par de metros por debajo de la superficie (y mio) acompañada de varios peces que le hacían de escolta. Cuando subía a respirar me tenía que apartar para dejarle paso, pero aproveché para tocarla varias veces. Alucinante. Carol y Tareq tuvieron la misma suerte, y Carol pudo hasta tirar vídeo y fotos. Carol estaba tan animada que ni las 5 o 6 picadas de medusa que llevaba encima le hicieron salir del agua.  Durante la excursión paramos en algunas playas totalmente desiertas a descansar y para comer nos llevaron al pueblo de los pescadores. La excursión acabó 3 horas más tarde de lo previsto, lo que dice bastante de Met. Tenía razón Gema cuando nos dijo que era el mejor guía de la isla.

Al día siguiente Carol se quedó en plan relax y yo me fui a investigar la otra isla, con éxito bastante discutible. La idea era llegar a Teluk Pauh, teóricamente la mejor playa y el mejor snorkel de la isla grande. Para llegar me fui andando por el caminito de la selva hasta la Long Beach y allí me iba a coger un barco-taxi que sustituí en el último momento por la barquichuela de dos treceañeros que me dijeron "snorkel snorkel". Cuando les dije que sí se quedaron un poco blancos y, tras breve discusión, me empezaron a recitar los mismos sitios que había visitado el día anterior. Yo les dije que me llevaran a Teluk Pauh, pero  como vi que no tenían ni idea de lo que les estaba hablando cambié de idea y les dije que vale, que me llevaran a ver tiburones a ver si tenía más suerte que el día anterior. Antes de arrancar me dijeron que me sentara bien en el medio, que si no la barca se les iba para un lado. Uno se puso delante a guiar y el otro detrás a pilotar, y yo entretanto me dedicaba a planear como me iba a tirar al agua desde esa cáscara de nuez sin volcarla y sobretodo como iba a poder volver a subir. En esas andábamos cuando sonó un teléfono móvil en medio del mar. De alguna forma se las han apañado para tener cobertura en la islita, y lo aprovechan que da gusto. Por lo que pude entender leyendo la cara de los chavales el que llamaba era a) el dueño de la barca que la echaba en falta o b) el padre de uno de ellos. Probablemente las dos juntas. El caso es que cambiaron de rumbo, se fueron para el muelle del  pueblecito de pescadores  y el que hacía de guía se bajó. Al cabo de un rato, mientras esperábamos,  volvió a sonar el teléfono y nos fuimos sin el un kilómetro o dos hacia no se donde. Allí nos encontramos con otro barco y dos señores pegando voces que se subieron de malos modos a la barca mientras le decían no se qué al chaval. A mi me sonrieron y me dijeron "snorkel snorkel good". Los llevamos a la playa, se bajaron mientras le decían al chaval algo que a mi me sonó a "cuando llegues a casa te vas a enterar" y nos volvimos a por el guía, que había ido a cambiar al estanco para darme cambio ( yo creo que también para escaquearse del padre). Al cabo de un rato llegamos a destino, volví a no ver ningún tiburón, me volví a resentir de la costilla al subir a la barca y les dije que me llevaran a una playa en la que el día anterior habíamos visto infinidad de Nemos para hacerle un vídeo a mi sobrina. Me llevaron a la de al lado, pero por suerte también tenía Nemos. Cuando saqué la cabeza del agua les vi tirados en una roca intentado  secar el móvil que se les había caído al agua. No se si lo conseguirían o no, pero seguro que se replantearon su futuro como guías turísticos. Pobres.

Esa noche nos fuimos a cenar con Ariana, Cristina y un par de conocidos suyos a la Long Beach. Pese a que en el restaurante echaban a todo trapo una película de guerra, pudimos charlar y echarnos unas risas y enterarnos de algunas cosas interesantes, como que Ko-Tao, en Tailandia, merece la pena, que el mundo de las aerolíneas de bajo coste está muy complicado, y que en Bangkok te hacen unas reconstrucciones de uñas con el método del alisado japonés por cuatro pulseras y dos zapatos. Nos fuimos a dormir relativamente pronto, y a la mañana siguiente andamos ya empacando y pensando en lo que nos había contado el Alberto de Cartagena sobre la isla, lo que había cambiado en pocos años y lo que iba a cambiar en los siguientes, y nos hicimos el firme propósito de volver antes de acabar el viaje, porque los paraísos como éste no suelen aguantar mucho tiempo, y menos en Malasia.

 

P.D. Si alguien se pasa por la isla que no deje de visitar el chiringuito de Karimah y Wati, cuñada y mujer de Met respectivamente, que me tiene que hacer un favor. Les estuve enseñando a hacer patatas bravas, tortilla y gazpacho, y me dijeron que lo iban a añadir al menú... pero se me olvidó explicarles el pan con tomate!! Y el paraíso sin pan con tomate no es lo mismo!!!! Que alguien se lo enseñe, que nosotros volvemos en un par de meses para allá y lo tienen que tener bien entrenado para cuando lleguemos...

4 comentarios:

Akane dijo...

Madre mía, qué pelo más largo tienes ya, cunchecilla! Y me gustan mucho tus pantalones y a mamá también :-)

Yo si fuera vosotros ni me planteaba el volverme antes de Agosto, que para volver a la "vida real" siempre hay tiempo (y la Chili y el Tarik viven como reyes :-))

Un besete muy muy gordo a los dos!

Carol dijo...

Ya ves, me ha crecido un monton en estos meses. Tambien es verdad que cada dia me saco montones de nudos. Me temo que llegare a BCN con 4 pelos larguisimos, estilo Golum.
Ya se que viven como reyes. Si ya me veo yo que David es un blandito y hacen lo que quieren con el :)
Lo de los pantalones ya tengo algunos para llevaros. Alberto se echa las manos a la cabeza cada vez que compro mas pantalones, pero es que son muy chulos y tan baratos...

Anónimo dijo...

Yo tb quiero pantalones y cosas para decorar la casa xD, ya puestos a pedir que no quede.

PD: mi odio hacia vosotros crece cada vez que leo el blog, desde MIS un sonoro: REPELENTES ¡¡¡

PD: cuidaros muuucho ¡

susana dijo...

Hola Asiasido, somos ruben y susan, estamos por Vientiean de viaje y fijate que valorando que hacer a partir de ahor hemos leido vuestro blog, estamos a punto de decidirnos por lanzarnos a Malaysia, a ese paraiso del que hablais, en fin que quereiamos preguntaros si agosto es una buena epocoa, ya sabeis el tiempo.... Un abrazo y gracias por la informacion vuestro blog nos esta ayudando mucho.