Resumen de situación: Teníamos una reserva en el hotel Blue Bells para tres noches, pero el Carlton del hotel (ver siguiente post “Castas”) nos dijo que como los del portal de reservas de Internet no trabajan en fin de semana ?¿ no habían recibido la reserva y sólo tenían disponibilidad para dos noches, pero que nos darían una habitación superior por el mismo precio.
Notas de la primera noche:
– La sábana no llega hasta los pies porque es de cama individual puesta a lo largo. A alguien le ha dado pereza ir a buscar la correcta.
– El camino hasta “la silla del wifi” se complica cuando se hace de noche y se va la luz.
– La red wifi se llama “Glenmore”. El hotel más cercano también. ¿Casualidad? ¿Serendipia? Me imagino al tío que rellenó la ficha del sitio de reservas: “Wifi en las habitaciones... urmmm... Igual se refieren al hotel de al lado. Voy a poner que sí.”
– La “paz y tranquilidad de la naturaleza en acogedores bungalows” y las pelis de bollywood en la tele de los del vecino no son muy compatibles. Horas de sueño:4 (Carol más porque duerme con tapones)
– Al chico del servicio de habitaciones le han hecho creer que trabaja en el Raffles de Singapur. Qué porte y qué maneras. Lástima que no se acuerde de traerme el agua hasta dos horas después de acabar de cenar.
Notas de la segunda noche:
– Una habitación Superior es una habitación que está justo encima de una habitación Inferior. Se accede mediante escalera. Los de la habitación inferior siguen teniendo tele, así que no ganamos nada.
– Los de la habitación superior de al lado tienen tele y les gusta dejarla encendida toda la noche. O eso o tienen un radiocasete con canciones indias.
– La música india, para el que no ha tenido el placer de disfrutarla es, según Carol, “como lo
que hacía Joselito cuando aún no había cambiado la voz pero ya se había metido en el mundo de las drogas”
– Las habitaciones Superiores gozan de mejores vistas, eso es verdad. Desde nuestra terraza Carol estuvo comprobando como los domingueros de la habitación de abajo dejaban su terraza como un estercolero en menos de 20 minutos. También vio un pedo indio en directo y perfectamente coreografiado que va a tardar en olvidar.
– Los domingueros indios se pasan la noche debatiendo que si Ganesh es más fuerte que Shiva a voz en grito. Tiempo de sueño: 2 horas máximo.
– La música india, cuando la oyes el rato suficiente y en un estado de privación de sueño adecuado, es de comprensión universal. Yo le ponía letras de Enrique y Ana.
– El chico del servicio de habitación nos trajo uno de los tres platos que le pedimos. El agua ya no nos la trajo. Alguien debería decirle que llevar una camiseta de un equipo de fútbol por encima de la camisa de vestir no es del todo elegante para el Raffles.
Y a las 6:30 de la mañana siguiente nos íbamos de trekking... Por suerte ya habíamos encontrado y reservado otro hotel (a través de Internet también, como ya no era fin de semana...), así que dejamos todo preparado, llevamos las cosas a la recepción, despertamos a Carlton (que estaba durmiendo en el cuarto de las maletas) , al del Jeep y nos fuimos de trekking toda la mañana con un guía que habíamos contratado el día anterior. A la vuelta, Carlton ya estaba más despierto y nos dijo, al ver que nos íbamos “Oye, habíais reservado para tres noches, no?” “Hombre, sí, pero nos dijiste que para hoy no teníais sitio, así que hemos buscado otro hotel. Ah, ya ya... bueno... es que eso os lo dije el otro día, aquí en la india las cosas cambian muy rápido. Como ya habéis pagado las tres noches... Tenemos una habitación que...” Yo le dije al hombre que no, que no habíamos pagado ninguna noche porque el portal de Internet que supuestamente no curraba en fin de semana ya nos había cancelado la reserva, y que nos quedaban dos noches por pagar. Carol me dedicó una de sus miradas fulminantes y le dijo “A ver, si el único que has hablado con ellos eres tú, Carlton. Tu sabrás si hemos pagado o no”. Lo bueno de no entenderse para nada con los indios es que es reciproco y te da la oportunidad de desdecirte sin problemas. Carlton nos insistía “Bueno, no pasa nada, dadme el teléfono del sitio que habíais reservado para hoy que ya les llamo yo para decirle que os quedáis aquí otra noche, a ver si se van a quedar esperando...”. Yo ya me veía otra noche más sin dormir, así que le dije claramente que nos queríamos pirar porque no había pegado ojo en dos noches y ya parece que se convenció. Nos dedicó su mejor ladeo de cabeza y “okey okey” y nos dio la mano para despedirse entre sonrisas. En el jeep Carol me confirmó que tenía pinta de que nos habíamos ido sin pagar. Chúpate esa, Blue Bell.
En la carretera principal nos esperaba Seiva, “nuestro hombre en Munnar”, en su tuktuk.Salimos a la carrera hacia el nuevo hotel, la “Tea Sanctuary Plantation”, que se suponía que estaba a unos cuantos km carretera arriba. A los pocos metros paramos para que Seiva mirara bien la dirección porque no le sonaba el nombre. La dirección era algo así como “Campos altos de Munnar”. Les llamó por teléfono. No lo cogían. Nos empezó a caer la gota por la frente. Nos veíamos sin hotel. Seiva fue tirando para arriba a ver si se inspiraba y al cabo de unos km volvió a llamar. Esta vez lo cogieron y nos pasó el móvil. Ni idea de lo que nos decían. Se lo pasamos a Seiva para que se apañara en tamil. “Me preguntan que como se llama el hotel que habéis
reservado, que si venís de una agencia de viajes...” y otras cosas inquietantes. Al cabo de un rato cuelga y nos dice que es que no habían mirado el mail (en dos días), y que ahora están comiendo y que no podemos ir aún, que comamos nosotros y vayamos en una hora. Hablamos de un hotel carero carero que en la web parecía sacado de “Memorias de África”, pero al parecer las cosas en la India funcionan así. Ya nos veíamos en BlueBell 2.
Total, que comemos (yo, ante la duda de si iba a volver a cenar ese día y entendiendo la filosofía de mi cuñado David, pedí dos platazos) y nos vamos para la plantación. Pero a la entrada de Munnar, Seiva nos para en algo que parece una comisaría, nos dice que bajemos y que pasemos a una habitación blanca en la que un Philip Banks (ver “Castas”, más abajo) nos hace sentar en dos sillas. Al cabo de un minuto vuelve a entrar y nos dice muy serio “Así que vais a la Tea Sanctuary Plantation, no? Y habéis reservado por internet, no? Y os va a llevar este señor de aquí fuera, no?” Decimos que sí, todo compungidos, y nos responde “Pues hale, marchando”. Nos despacha y listos. Todo raro raro raro.... Pero bueno, subimos al tuktuk y marchando para el Sanctuary, que lo contaremos en otro post a la que podamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario