sábado, 22 de diciembre de 2007

De compras por Queensland

Como estamos en navidad hemos decidido aparcar nuestra política de austeridad por unos días y nos hemos dedicado a ir de compras. Aquí lo que se lleva son los koalas de peluche, las señales de tráfico con canguros y las aguas con medusas mortales, todo muy baratito y disponible en cualquier comercio o playa que se precie. Tras algunas horas curioseando por las tiendas de Cairns recopilando peluches, cuando ya estábamos en la cola prestos a pagar, nos dimos cuenta de que estábamos siendo demasiado predecibles haciendo lo que hacían todos los turistas que pasan por aquí y cambiamos de planes. Tras conectarnos un rato a Internet para revisar las cuentas del banco y hacer unos cuantos números vimos que teníamos presupuesto suficiente como para dar un golpe en la mesa y apuntar alto, así que nos fuimos directos a visitar algunas agencias inmobiliarias de por aquí para cumplir un capricho que hacía tiempo teníamos en mente.

Queensland es la parte nororiental de Australia. Su costa es mundialmente famosa por ser la base desde la que explorar la Gran Barrera de Coral, por sus playas y por sus bosques subtropicales, los más antiguos del planeta. Aquí hace calor todo el año, y como pasa cuando te acercas mucho a los trópicos, en lugar de invierno y verano tienen temporada seca y temporada húmeda. Ahora empieza la húmeda, con bochorno intenso y nubes amenazadoras. Con el calor también llegan las medusas (jellyfishes o stingers las llaman aquí) y se adueñan de las playas y los arrecifes. Algunas son grandes, otras minúsculas y muchas de ellas mortales, por lo que a partir de Noviembre te tienes que poner un pijama de cuerpo entero para bañarte en el agua si no quieres tener altas probabilidades de que te lleven en helicóptero a un hospital. En algunas playas de pueblos turísticos (del estilo de Lloret, pongamos por caso) ponen redes en un área de playa del tamaño de una pista de baloncesto, y ahí se supone que no pueden entrar las medusas grandes. Por lo que nos han dicho hay unas muy pequeñas que son mortales y sí se pueden colar en la red, así que incluso en la zona "segura" es recomendable llevar el traje protector. Los australianos pueden estar cachas y tener un cierto gusto por el riesgo, pero tontos no son, así que lo que hacen es construir lagunas artificiales públicas al lado de la playa y bañarse en ellas tan ricamente. La verdad es que estas lagunas, que hemos visitado en Cairns y en Brisbane, están realmente bien, pero nosotros seguimos echando un poco de menos las playas tranquilas e inofensivas del mediterráneo. De todas formas, exceptuando el tema de las medusas y de los cocodrilos de aguas saladas, la zona es realmente idílica. Desde la costa se puede llegar a la gran barrera de coral en una hora, y por el camino puedes disfrutar de una pléyade de islas paradisíacas repletas de koalas, wallabies, cocodrilos y murciélagos gigantes. Eso sí, hay que llevarse repelente de insectos, machete y, a ser posible, un arma de calibre 45 o superior.

En la oficina inmobiliaria de Cairns nos dieron a elegir entre una docena de islas distintas, cada una con sus propias características. Unas tenían arenas blancas de sílice, otras bosques pluviales milenarios, otras magníficas zonas para hacer snorkel... Como nunca antes habíamos comprado una isla no sabíamos muy bien por cual decidirnos ni qué preguntar. Tras discutir por lo bajini delante del vendedor durante un par de horas finalmente le pedimos una de las baratitas. Tenían una cerca de Townsville, un poco cutre, a la que no habían puesto nombre aún y que consistía en unos cuantos kilometros de cantos rodados y bichos a mogollón. Nos venía al pelo y entraba dentro del presupuesto. Pedimos que nos cambiaran los cocodrilos por instalaciones misteriosas de la segunda guerra mundial y que nos hicieran un poquillo de descuento por los pedruscos. Al cabo de una breve negociación, y gracias al imparable auge del Euro, la isla ya era nuestra. Nos fuimos al backpackers de Cairns emocionados con la compra y con la visita que le íbamos a hacer a partir del día siguiente.

De Cairns a Townsville hay apenas 350 km de costa, y nosotros los hicimos en tren. Nos extrañó que los billetes fueran tan caros (unos 60 € ida y vuelta) y que sólo hubiera un tren diario, pero como los billetes de autobús estaban colapsados por los estudiantes que volvían a Sidney por navidad no teníamos alternativa. Una vez en el andén nos dimos cuenta de que casi todos los pasajeros subían al tren con un almohadón en lugar de con la clásica gallina. Cuando oímos a un niño aborigen despidiéndose de su padre desde dentro del vagón con un conmovedor y hollywoodiense "Daddy, run with the train!!" (Papá, corre con el tren!!) entendimos por qué. El padre podía haber sido cojo o llevar una pierna de madera y aún así haber seguido al tren andando durante kilómetros y kilómetros. En las siete horas y pico que duró el trayecto tuvimos tiempo de reflexionar sobre la entropía, la teoría de la relatividad y la elasticidad de la relación espacio-tiempo. En algunos momentos no sabíamos si estábamos quietos o parados, y en otros pensamos que nos tocaría bajar a empujar el tren. Mientras, por megafonía anunciaban que en Tully pararíamos tres veces seguidas porque el tren era tres veces más largo que el andén. No worries, que dicen aquí. Por suerte, de Townsville a nuestra isla sólo había veinte minutos en ferry.

Los de la inmobiliaria se habían portado bien y lo habían dejado todo como queríamos. Allí estaba esperándonos el cartel de "Bienvenido a la MAGNETIC ISLAND", y pocos metros después el clásico rótulo de "Koalas en los próximos 5 Km". Cómo estamos en fechas tan señaladas, perfectas para regalos y desgravaciones fiscales, hemos pensado que qué mejor que ponerle a la isla el nombre de la empresa, hacerla nuestra sede social y compartirla así con empleados y allegados. Fede, Pere, Paula y compañía... a partir de ahora y con el carnet de "Amigos de Magnetic" podréis acceder a las instalaciones de ésta, vuestra isla, y disfrutar de sus playas y cantos rodados. En cuanto tengamos completada la construcción del DIR y de las dos ópticas también tendreis un 30% de descuento, así que regocijaos en la dicha de pertenecer a tan gloriosa sociedad :). Raul, perdiste tu oportunidad, haberlo pensado mejor.

Estuvimos 3 días en la Magnetic Island, lo justo para revisar que todo estaba tal y como habíamos acordado con la inmobiliaria. En un par de paseos vimos media docena de koalas en libertad, varios wallabies y múltiples hordas de murciélagos de tamaños variados. Las instalaciones misteriosas eran realmente misteriosas, daban su yuyu. Los pedruscos eran monumentales y estaban homogéneamente repartidos por toda la isla, tal y como pedimos. Entre supervisión y supervisión nos alojamos en una choza del "Bungalow Bay Resort" que respondía perfectamente a las expectativas: instalaciones sin ningún tipo de mantenimiento, cocina con altas concentraciones de ántrax, vikingas en la piscina y concursos nocturnos de Trivial en el bar tropical. Como al Trivial no dábamos una, dedicamos las noches a NO alimentar a los possums y resto de bichejos que rondaban por allí. Les echamos unos trozos de pan bimbo, sin chopped ni salami ni nada dentro, que no alimentaban lo más mínimo, pero que al parecer les distraía el apetito. La verdad es que los possums son un poco atontaditos, y no me extraña que en Nueva Zelanda se dejen capturar y atropellar por millones. Los de Australia son algo más pequeños, pero igual de inocentes, y nos estuvimos entreteniendo con ellos un buen rato. Al día siguiente se vinieron a cenar con nosotros y se trajeron a toda la familia, para desgracia de las vikingas, que no parecían muy contentas de tener a aquellos marsupiales rondándoles los pies. Entre possum y possum nos dedicábamos a perseguir wallabies de roca (una especie de canguros pequeñitos) y kokaburras por las instalaciones del camping, aunque no llegamos a confraternizar con ninguno de ellos tanto como con los possums.

Con los koalas la relación fue un poco de amor-odio. A Carol le recordaban a la Chili y se quería llevar uno al bungalow, pero a mi me daba que bajo esa apariencia de peluche escondían propósitos malvados. Cuando están dormidos (el 70% del tiempo) parecen inofensivos, pero cuando abren los ojos tienen una mirada aviesa de fu-manchú que da muy mala espina. Además de dormir y abrir los ojos (ocasionalmente) son capaces de muchas otra actividades. Su repertorio de movimientos es incluso superior al de los clics de famóbil, por lo que su fama de aburridos no está del todo justificada: pueden comer eucalyptus, trepar por los árboles, rascarse el culo con las patas traseras o ulular al estilo Charly Rivel. En realidad se pasan el tiempo tramando planes maléficos que algún día llevarán a la práctica, por lo que no me extraña nada que a todos los viéramos sospechosamente cerca de las instalaciones militares abandonadas de la isla. Avisados quedáis.




Si quereis ver lo que es un marsupial, ved el video hasta el final.






2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno, pero... eso de la isla... porque si,si¡ ya sale en el mapa con el nuevo nombre MAGNETIC ISLAND; lo que son las cosas, en Australia se compran islas como en OJOS NEGROS "reñales". Oye, a nosotros nos reserváis una parcela en Arcadia Bay, ahora que MCMC va siendo historia.
Por cierto, clicando "agincourt arrecife australia" salen dos entradas en primera página que remiten a ASIASIDO.
Que lo sigáis pasando bien.

Anónimo dijo...

Tras leer este post lo menos 2 veces, algo inaudito, sigo sin entender del todo bien si os habeis comprado una isla, como Ian Anderson el de Jethro Tull, o si os fuisteis unos días a unos bungalows. Si es el primer caso muchas felicidades, aunque molaría ver una foto de como es y de si hay mini-golf. Pilla un poco a desmano pero no estaría mal pasar allí un puente de estos guays. Aprovecho la ocasión y el día para desearos una feliz Navidad, y también a loss lectores de este estupendo blog, o block, o lo que sea