jueves, 7 de febrero de 2013

Los comedores de hombres


Aunque parezca mentira por los posts anteriores, aparte de comer nos vamos desplazando por India poco a poco. Dejamos Munnar para dirigirnos a la Reserva Natural de Periyar, casi en la frontera con Tamil Nadu, que merecidamente escribo en mayúsculas por la cantidad de animales gordos que viven allí: tigres, elefantes, osos, bisontes, sambares, y de ahí para abajo, montones de pájaros, monos, etc…

Adelanto que de los sambares para arriba no vimos nada más que bisontes y de noche, que son como los de día pero más bulto que trota y menos bisonte. De todos modos, para aumentar las posibilidades de verlos nos apuntamos primero al trek más cañero: 8 horas por la frontera entre Kerala y Tamil Nadu, el Border Trail Hiking. Empezábamos a las 8 de la mañana y nos esperaban dos guías tamiles que durante un buen rato iban respondiendo muy amablemente a todas nuestras preguntas con el ya habitual "later later" que a veces alternaban con "yes, tiger, yes", ya más propio de esta región (en otras se lleva el "I'll check with my travel agent", mucho más pro). Pasada una media hora se nos unió un forestal keralita, que llegó rifle en mano. Por si nos atacaba un oso o un elefante, nos dijo, pero no se lo descolgó del hombro nada más que un rato. Supongo que está por ver el oso que con la solanera de las 3 de la tarde sale a darte el susto. De los tigres en cambio nos tranquilizó diciendo que, de encontrarnos con uno, saldría huyendo antes que nosotros.

El objetivo del trek, según nos contaron a la que ya habíamos desembolsado las rupias y llevábamos 4 horas de marcha, no es que el turista disfrute (porque claro, a estas horas no se ve nada, hombre), es evitar que los furtivos se metan en la reserva y talen los árboles de sándalo, que valen un riñón. Esto está muy bien pero un poco de sensibilidad de no soltárselo al turista, que se ha hecho 10.000 kms para venir a ver tigres, así de sopetón tampoco estaría mal. Igual les dimos mucha pena, ahí mirando a derecha e izquierda todo el rato, como a punto de ver algo, y decidieron ahorrarnos 4 horas más de tortícolis. Nosotros, que somos impermeables al desánimo, fue acabar 8 horas de andar cuesta arriba sin ver nada y apuntarnos al siguiente. Si algo hemos aprendido en India es que el que más da la brasa triunfa, y a lo mejor por pesados nos sacaban algún bicho de muestra.

Doble protección: un rifle y un puma por si te atacan por la espalda
 El hecho de que el forestal, que era el superior, fuese keralita y los dos guías, tamiles, es algo que se viene repitiendo desde que empezamos el viaje. Aquí nos comentó el propio forestal que, asi como él ganaba 25.000 rupias al mes, a los guías el estado les pagaba solo 5.000 (unos 70 euros). El resto del sueldo lo completaban con propinas. Nos explicó que antes había tamiles viviendo dentro de la propia reserva, cazando y cortando árboles, así que el gobierno les ofreció trabajar de guías y vigilantes por un sueldo a cambio de marcharse de la reserva. La verdad es que el sueldo es una miseria, pero es posible que lo duplicasen o triplicasen en propinas. Los que nos tocaron se las ganaban de largo porque, aparte de las 8 horas de caminata que se pegaron, eran muy simpáticos.

En fin, resumiendo, lo mejor del trek, la demostración de kalarippayat, lo peor, darnos cuenta a la hora de comer que no nos habíamos enterado y que lo que nos dieron para desayunar a las 8, y habíamos tirado casi entero, era para todo el día.

Cuando el forestal te entrega este desayuno sabes que te has apuntado al trek correcto. 
 Sigo con los tigres, porque al no poder verlos he tenido que pasar al plan b: comprarme un libro y/o una camiseta con un tigre (preciosa, me va a durar lo menos 3 lavados). En el caso del libro he acertado de pleno en la elección y los días siguientes he estado enganchadísima. Sólo con el título podréis entender por qué: "Man-eaters of Kumaon" (Los comedores de hombres de Kumaon) de Jim Corbett. El tal Corbett, de padres británicos pero nacido en el norte de India a finales del siglo diecinueve, era un experto cazador de tigres al que llamaban de los pueblos donde había casos en los que se merendaban a la población. Con los años pasó de cazador a conservacionista y los indios le acabaron poniendo su nombre a una reserva. A diferencia de Kipling, el tono de Corbett no es apenas colonialista, lo que se agradece al leer las descripciones de la vida cotidiana de los pueblos por los que va pasando. También tiene sus detractores, así que a saber, pero en cualquier caso como libro de aventuras es súper entretenido. Ya me he hecho con dos más para leer a la vuelta: "My India" y "Jungle lore".

Sobre tigres cuenta, para tranquilidad del que piense venir aquí, que raramente atacan a la gente y que los indios estaban bastante acostumbrados a toparse con ellos en la selva e ignorarse mutuamente. Que sólo algunos tigres demasiado viejos o enfermos, sin la agilidad necesaria para cazar sus presas naturales, empezaban a comer carne humana. Algunos de los que Corbett mató, se habían comido a más de 200 personas antes de ser cazados, en un radio de más de 100 kms. Esto lo leí una noche a las tres de la mañana, sentada en la calle para no despertar a Alberto, y en menos de cinco minutos estaba otra vez en la cama y con la puerta cerrada con pestillo.

Por desgracia los pestillos no valen de mucho contra el dominguero malabar, especie bastante más extendida que el tigre y mucho más peligrosa. Os dejo porque estamos en el hotel y se les empieza a oir aproximarse. Voy a por los tapones antes de que sea demasiado tarde.




1 comentario:

promociones en la cumbre dijo...

Realmente un viaje inolvidable por las experiencias vividas, felicitaciones.