El día 21 salió a la venta en Japón la cámara que tenía pensado comprarme, la Canon Powershot G9. Tras mucho mirar cámaras compactas, y encontrarme con que las que tenían visor no tenían modo manual o alguna otra cosa que yo quería, me había decidido por la G9. Así que ese día por la mañana estaba en la puerta de Yodobashi Camera para llevarme una. Desde entonces no la he soltado nada más que para cambiarla por otra, porque el LCD tenía un fantasma de color verde en la parte inferior. Y luego por otra, porque la que me dieron de recambio hacía un sonido raro (como el del coche nuevo del padre de Mafalda), que luego resultó ser normal, porque todas las que he probado desde entonces, incluída la que me dieron de recambio la segunda vez hacen exactamente el mismo sonido.
En Yodobashi no me han puesto ningún problema para el cambio, fueron muy amables y todo eso. La primera la cambié en el la tienda que tienen en Akihabara, donde la había comprado. Allí hay varios dependientes en la sección de Overseas models que se supone que hablan inglés. Además siempre tienen la megafonía a todo trapo anunciando las maravillas de la tienda en lo menos 10 idiomas para demostrar su internacionalidad. Me pilló por banda la chica que le vendió la cámara a Alberto, la Chihari. La Chihari es probablemente la chica más delicadilla de todo Japón; es chiquitilla, de piel casi transparente y cuando habla su voz se oye por debajo del ruido del boli deslizándose sobre el papel en el que escribe (por no hablar de la megafonía, que se escucha sobre cualquier cosa). La Chihari habla un poquito de inglés y a la pobre la han metido en un follón tremendo asignándola al mostrador para guiris. Una hora de reloj, entre pruebas y consultas a su manager, que tardó en cambiármela. Yo no sé si es algún tipo de resistencia pasiva japonesa para no tener que cambiártela, pero a mí, que soy de reclamarlo todo todo, no me hace efecto. Como la cámara que me había dado la Chihari hacía clic clic, por la tarde tuve que cambiarla otra vez en otro Yodobashi en el que no hablaban nada de inglés. Esta vez me armé de un dibujo de un diafragma y de unos soles que ya me podía haber ahorrao, porque no hizo sino liar la cosa. Al final apareció el dependiente más antiguo de Yodobashi, el que lo sabía todo y hasta un poquillo de inglés y con este hicimos un montón de pruebas ("ponga la oreja aquí", "no oye un clic clic?"). Al final como veía que le llegaba la jubilación y yo todavía estaba ahí, el hombre me la cambió.
Lo cierto es que a pesar de que los dibujos de los diafragmas no sirvieron ese día, hoy, que hemos ido a la oficina de correos, han venido de perlas. Me he ido con un mapa de España y otro de Japón dibujados y unos regalos volando entre medias. Con eso y con 3 palabras (enviar, barato y paquete) que nos hemos apuntado, nos han entendido en un momento. En todos los sitios cuando te ven llegar ponen cara de pánico, porque saben que les espera media hora de gestos y explicaciones, asi que hoy la chica de la oficina postal cuando ha visto el dibujo ha respirado aliviada.
Volviendo a las cámaras, creo que alguien me ha preguntado qué equipo me había traído. ¿No? Bueno, yo lo cuento igualmente. Traigo mi Nikon D80 con dos objetivos Nikkor, un 20-35 f2.8 D y un 35-70 f2.8 D, un flash Sigma EF-500 DG Super. Un par de polarizadores B+W. Todo metido dentro de una riñonera Lowepro Photo Runner, que es todo lo más que puedo llevar porque en la espalda llevo la mochila, que pesa un quintal. La riñonera la tengo desde hace un año o así y es muy práctica. Cabe bastante y reparte muy bien el peso entre los hombros y las caderas.
Pues como este post va de fotos (para compensar con algo "artístico" el de wateres que ha puesto Alberto), os enseño las que he hecho estos días. Menos la que hay al principio, el resto están hechas con la Canon G9.
Las dos primeras son en Yoyogi Park, con la japonesa de hoy y la de ayer, de las que todavía se ven algunas por aquí. El resto son de Senso-ji, en Asakusa. Es el templo más antiguo de Tokio. Lo que está prendiendo la niña en las cuerdas son deseos que la gente escribe en papel, y la pareja mayor de la otra foto está leyendo una predicción que por 100 yenes puedes sacar de esos cajones. En otros templos venden unas maderas sobre las que escribes tus deseos y que luego dejas colgadas en unos ganchos para que se cumplan.
1 comentario:
Fue la Chili la que te preguntó por el equipo fotográfico que llevabas, que me acuerdo yo :) Espero que hoy no marearas mucho a Alberto en el Kiddyland :) Un besete muy gordo para los dos!!nzel
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