Ayer por la mañana llegamos a Tokio tras 11 horas y media de vuelo. Gracias a los consejos de Seat Guru y a la posibilidad de escoger los asientos con antelación, vinimos en dos sitios bastante espaciosos en la parte de atrás del avión. Lástima que pese a las comodidades apenas dormimos y llegamos aquí hechos unos trapos, a eso de las 11 de la mañana. Entre ir a firmar el contrato del piso a la agencia (Sakura House), que te tienen media hora firmando más papeles que si hubieras pedido una hipoteca y otra media explicandote el inventario del piso, cómo se recicla la basura y demás, y que como las calles no tienen nombre dimos un poco de rodeo al salir del metro, llegamos al apartamento a las 3. En el trayecto de tren hasta la agencia y en el de metro hasta el piso íbamos turnandonos para dar cabezadas porque no aguantábamos despiertos. Tan mal nos veríamos que en el del tren incluso pusimos el despertador del movil. Ya en el piso tuvimos un momento de lucidez. Bueno, eso o que nos habíamos pasado de rosca, pero dejamos las mochilas y en vez de caer dormidos donde fuera, tal y como entramos por la puerta volvimos a salir camino del supermercado. Ahí comenzó nuestra operación alucine.
Hago una parada para explicar que yo salí de Barcelona con Alberto, pero a Japón he llegado con el señor Scrooge, que es un señor muy parecido a Alberto pero que a cada gasto que hago me dirige una mirada reprobatoria y por si no he pillado la indirecta la acompaña de un "como sigamos así nos vamos a salir del presupuesto". Un día de estos se le va a aparecer el Espíritu de los Viajes Futuros, en forma de Miguel de la Quadra-Salcedo, y le va a mostrar un futuro de viajes muy muy negro.
Siguiendo con la llegada a Japón, acabamos comprando la cena en un todo a 99 yenes. Dicen que el hambre agudiza el ingenio, pues se ve que el ojo también, porque todo lo que compramos estaba bueno. De hecho he aprendido un truco del que aún tengo que probar la efectividad: hay que fijarse en el envoltorio, y si los ingredientes aparecen sonriendo y de la mano, es acierto seguro. Ayer funcionó y no veo por qué no tendría que volver a hacerlo.
Hoy, con el atocinamiento de ayer (también llamado jet-lag en círculos viajeros), hemos amanecido a eso de las 2. Nuestra primera visita ha sido a Yodobashi, megatienda de todo aquello por lo que alguna vez hemos deseado ser japoneses: cámaras, portátiles, móviles. Era como recorrer los pasillos del MediaMarkt del 2010. Pero multiplicado por 8 o 9 plantas. Luego hemos quedado con Miguel Angel, que lleva ya 10 días dando vueltas por aquí y que muy amablemente nos ha llevado a un sitio estupendo en Shibuya para cenar donde servían unos pinchos de pollo para chuparse los dedos y una cerveza irresistible. Lástima que no hemos llegado a encontrarlo, porque así descrito pintaba muy bien. Entre tanto, y como andábamos perdidos, Miguel ha pedido indicaciones a un chico por la calle. El chico le ha dicho ¿y queréis ir hasta allí andando?¿seguro? y nosotros que sí que sí. Como parecía que estaba muy lejos nos ha empezado a dibujar un plano, con sus vías del tren y sus cositas (en la foto). Diez minutos de indicaciones y dibujos después, Alberto se ha lanzado a amortizar su curso de japonés con una broma para romper el hielo. Su intención era decirle al amable japonés "¿nos acompañas?", frase que ya en sí impone la obligación de acompañarte al más maleducado de los japoneses, pero para más inri, ha confudido la sugerencia con el imperativo y le ha soltado un "nos vas a acompañar. seguro". El chico, como buen japonés, ha sonreído y acto seguido ha mudado la expresión a "mecagüenlaleche, ahora tengo que acompañarlos", ha cerrado su dibujo, e indicándonos que le siguiéramos, ha echado a andar calle abajo. Miguel Angel le suplicaba que no, que no. Le decía todo lo que se sabía en japonés, que si sumimasen, que si onegaishi mas. Pero nada, el tío no ha parado hasta que nos ha dejado en un cruce ya enfilados a donde queríamos ir. En el camino nos ha preguntado de dónde éramos, y al preguntarle si había estado alguna vez en España no hemos entendido lo que ha dicho, pero casi mejor. Joer, seguro que si el tío hace una lista de los momentos más violentos de su vida, éste está en el top 5.
1 comentario:
Jope, que bien. Esto japos tienen un puntohonor bestias... Aqui en Barcelona si te preguntan por la Barceloneta te envian al Tibi, que ese siempre los ves y no te piuedes perder.....
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