lunes, 17 de noviembre de 2008

Casa Pakky presenta...

Hace un par de semanas al entrar en mi habitación descubrí una nota que alguien había deslizado por debajo de la puerta. La casera, la señora Pakky, me invitaba a una fiesta de recibimiento que iba a celebrarse en la casa donde vivo. En el papel explicaba que ella traería amigos, comida y bebida, y que nosotros podíamos aportar también bebida o comida de nuestros países. También pedía que en caso de asistir lo confirmásemos dejando un papel en una pequeña caja de cartón que había colocado en el salón.

A mí la idea me pareció un detallazo por parte de la mujer y a los pocos días confirmé mi asistencia añadiendo que prepararía tortilla de patatas, que es lo único que me sale un poco decente.

Entre tanto vino una chica nueva a la casa, Vero, una mallorquina muy salada, que también se animó a preparar una sangría para la fiesta.

Del resto de la casa no sabía quién iba a presentarse. Aparte de mí, en casa viven dos ingleses, una canadiense, dos tailandeses y un polaco. Antes también había un ruso que todas las noches sacaba una botella de whisky y el portátil y se ponía a discutir con su novia por Skype hasta las tantas de la mañana. Un día desapareció y según me contó la señora Pakky se marchó a su país a enrolarse en el ejército. Yo sigo durmiendo con tapones por si acaso vuelve.

La señora Pakky, además de ser muy hospitalaria, tiene alma de portera, y a mí, que también lo tengo, me viene de perlas.

Con los que tengo más relación en la casa es con los tailandeses. El padre de él tiene un salón de belleza en Bangkok y él en casa Pakky ha montado una sucursal. Todas las semanas vienen tailandesas a dejarse depilar las cejas por Lek, o a que les tiña el pelo o les haga la última moda en peinados. Entre semana montan unos saraos en el salón de casa muy divertidos y yo siempre acabo cenando entre matizadores y rulos. A veces lo dejan todo hecho un desastre, pero se les perdona.

Con los demás tengo más o menos relación. Uno de los ingleses es un chaval rechonchillo, con calvicie incipiente y cara de pan. El pobre no se debe comer un rosco en su tierra natal y aquí ha visto que tiene posibilidades con algunas japonesas despistadas que confunden occidental con guaperas. Como no se lo debe creer ni él, cada día da el parte al que tenga oídos para escucharle. A mí me cuesta contener la risa a veces cuando le oigo contar sus líos.

Y también está la canadiense, se ha convertido en mi semi-enemiga en la casa. El primer día entró con el de la agencia hablando a gritos. Y desde entonces no ha bajado la voz. En el trato es bastante desagradable y yo la evité durante unas semanas.

Hasta que una noche decidió montar una fiesta en casa con sus amigos y mandarnos a todos a nuestras habitaciones a cenar. Para más inri, puso todos los platos de la fiesta en una estantería que a la 1 de la mañana se desplomó haciendo un ruido increíble. Al oírlo desde mi habitación bajé corriendo y me encontré montones de platos, vasos y cuencos rotos entre el suelo y el fregadero. La canadiense, que era la que había montado el lío ni salió de la habitación a ver qué pasaba. Estábamos en casa casi todos y sólo salí yo. Sólo hay una palabra para eso: pardilla.

Como yo no quería que la señora Pakky se encontrase todo el mogollón, con lo bien que nos trata, lo recogí y me fui a la cama. Al día siguiente le pregunté a la canadiense, que me respondió que lo había oído todo, pero que había pasado de salir a ayudarme porque eso no era tarea suya, sino de Pakky (que viene una vez a la semana a limpiar). Ole sus huevos.

Desde entonces le he declarado una guerra semi-secreta, y he involucrado a la tailandesa sin que ella lo sepa. Admito sugerencias para posible ofensiva.

El caso es que ayer era el día de la fiesta y por la mañana yo no tenía ni idea de si alguien más se presentaría. Vero y yo fuimos a comer a Harajuku y a la vuelta compramos todo lo necesario para preparar la sangría y la tortilla. El vino de la sangría era peleón peleón, pero es que con los precios de aquí era para lo que nos daba el presupuesto.

Al entrar en casa nos encontramos con montones de amigos de la señora Pakky que faenaban por la cocina y el salón. Sorprendentemente algunos de ellos hablaban algo de español, así que en "japañol" nos presentamos. Pusimos nuestros nombres en katakana en una pegatina que nos pegamos al pecho y nos liamos a cocinar.

pakkyhouse2

La tortilla y sobre todo la sangría triunfaron. Esta segunda se recibió con gran expectación por la parte japonesa de la fiesta y no duró ni dos segundos. También es verdad que vinieron 20 personas y nosotras no habíamos calculado sangría para tantos.

Por supuesto hicimos el pardillo de nuevo y junto con el polaco, que preparó el típico guacamole de Varsovia, fuimos las únicas de la casa que aportamos algo a la fiesta. Varios no vinieron y la canadiense, como siempre, se presentó tarde, sin nada y hablando a gritos.

pakkyhouse3

La verdad es que la fiesta fue un exitazo y yo me lo pasé muy bien. La señora Pakky (la que corta bizcocho en la foto junto a Vero) se había traído amigos, familiares, hijos de amigos y hasta al del Sakura House. Entre todos aportaron comida de sobra, dulces y hasta hicieron un okonomiyaki. Y también cerveza y tequila. Al final, como en toda fiesta japonesa que se precie, acabamos bastante bebidos. Alguno hubo que apenas se tenía en pie e intentaba mantener el equilibrio contra el frigorífico.

Durante la fiesta recibí varias invitaciones para cenar en otras casas y también se programó una segunda fiesta para dentro de un par de semanas. Menos mal que casi todas son en mi barrio, porque yo en Tokio me pierdo casi siempre.

pakkyhouse

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Carol,
Veo que esto de ir al extranjero a estudiar idiomas sigue siendo una buena excusa para ir de fiesta en fiesta. Da igual donde uno va, siempre acaba bebido con amigos y enemigos...
Recuerda un viejo dicho japones: hay que tener a los amigos cerca y a los enemigos aún más.

Gussitas dijo...

Jo, la señora Pakky si que sabe montar fiestas. Se trae hasta los invitados. Eso es por si vosotros resultais ser un coñazo, tener un backup con quien pasar la velada. Solo sugerir que si Vero y tú hubíerais ido vestidas de faralaes, habríais sido la sensación.... vamos, que cenaríais gratis todas las noches si llevarais un espectaculillo con un par de canciones estilo Alguien se muere en el almaaaa la ri lo ri la lo la

jano dijo...

Bravo, por la fiesta y sobre todo por el buen rollo que tenéis por allí. :)
Y a la canadiense, mira que me cae mal ya y no la conozco de nada. Pero tengo fe en ti Carol de que podrás ser lo maligna que requiere la situación si es necesario, aunque puede que también sea buena idea ignorarla del todo.
Y Kentuky ya ha visto claramente la forma de hacer negocio con los pobres japoneses ;)

Ayram Larsson dijo...

Me encantan las fiestas en la que te traen a los invitados a tu casa! Y la señora Paquita es genial! Que bien os lo montáis.

Akane dijo...

Pero bueno! Si eso de la venganza por lo bajini lo llevamos en la sangre las Muñoz Macaya! Yo que tú contraatacaría con cosas como: cortarle el agua caliente cuando se esté duchando (un clásico en la familia:-)) o al menos dar el grifo del agua caliente a la vez, laxante en la comida, cosas así (uy, se me ocurren muchas cosas :-)) Al menos te podrás reír un poco.