domingo, 27 de enero de 2013

Crisis en el Chrissie's


Ayer era nuestro aniversario, así que para celebrarlo nos fuimos primero a hacer un trekking de 8 horas por la montaña y luego a cenar al restaurante más lujoso de Kumily, el Chrissi's Café.

AVISO: Para entender el siguiente post es conveniente haber visto algunos sketchs de los Monty Python.

Como la ocasión lo merecía buscamos un sitio en el que tuvieran platos de a más de dos euros y eso aquí es sinónimo de cocina de importación. En el Chrissi's, que es el restaurante de un hotel, vimos que tenían hummus, pizza, pasta y otros lujos, así que dijimos “esta es la nuestra”. Entramos con nuestras mejores galas, subimos al piso superior, muy elegante, y allí nos colocamos en la mesa que mejor nos pareció. No había nadie más, estaba totalmente vacío. En un anexo al fondo unas escaleras llevaban a lo que parecía la zona de los camareros. Tres hombres estaban sentados allí charlando tranquilamente. Cuando nos vieron sentarnos en la mesa uno de ellos, curiosamente parecido al Jemaine de los Flight of the Conchords pero en Indio, se levantó corriendo y nos dijo “No, no, por favor, son dos y se han puesto en una mesa de cuatro. Miren, allí hay una mesa de dos y allí otra. Por favor, luego pueden venir otros clientes y es mi obligación organizarlo todo para la satisfacción de los usuarios”. Alarmados ante la posibilidad de que una avalancha de clientes de última hora (el restaurante cerraba en una hora) nos aplastara o de que al único camarero germánico de la india le diera un síncope decidimos movernos hacia una mesa de dos.

Comedor del Chrissi's. Al fondo, el altar de Jermaine


Carol aguantando la risa
Tras algunos minutos de impasse en los que Jermaine posiblemente estuvo comentando la jugada con sus dos amigos (“estos extranjeros son de un informal que asusta, yo no se que hacer con ellos...”) nos bajó la carta. El menú efectivamente tenía pizzas, pasta, comida de oriente medio y otras delicatessens poco frecuentes en la India, pero por desgracia sólo podías elegir dos platos por día. Es decir. Si era Martes o Jueves podías pedir pizza o un pancake. Si era Lunes o Miércoles hummus y nosequemás. Ayer era Sábado y pudimos elegir entre Tagliatelle y Lasaña de espinacas. Tras una breve pero intensa deliberación decidimos pedirnos unos Tagliatelle (tallarines con tomate) y la Lasaña de espinacas. A Jermaine debió parecerle que la elección no era tan sencilla, porque nos dio tiempo para leernos el Mahabarata varias veces mientras hablaba con sus amigos/aprendices/discípulos. Como no bajaba, le llamé: “Por favor, podemos pedir ya?” “Dadme un minuto, que ahora voy”. Tras dos o tres minutos de cháchara con los colegas (“Ya verás como voy y aún no se han decidido, es que se creen que lo tienen claro pero luego les surgen las dudas en el último momento y yo venga a aguantar mecha... “) Jermaine se levantó, se metió por una puerta que tenía por allí, volvió a salir, bajó las escaleras, dio varios paseos por la sala (recuerdo:VACIA), pasando varias veces por detrás nuestro. De vez en cuando se paraba en algún punto, como si se hubiera calado, y miraba algo que nosotros no conseguíamos identificar. Cuando volvió a arrancar se metió en la “Staff room” que había detrás nuestro, volvió a salir, volvió a subir las escaleras, comentó algo más a los acólitos, se metió por la puerta otra vez y como por arte de magia se materializó por las escaleras de detrás nuestro, justo en la otra punta de la sala. Los últimos escalones los bajó a toda prisa, con un salto, creemos que para impresionarnos. El tupé ondeando al viento en toda su majestuosidad, en sus labios una sonrisa de triunfo. En su “OK, are you ready to order?” brillaba una respiración calmada, llena de paz, en absoluto alterada por el último sprint. En una mano llevaba un lápiz y en la otra una libreta. Una luz celestial rodeaba su tupé como un halo. Podía ser la lamparita del techo, pero creemos que se trataba de una señal divina, una bendición, que sólo el elegido por “Mahutmaburiyastan”, el diós hindú de los camareros, era digno de recibir.

Una vez hecha la comanda nos dispusimos a disfrutar de lo que se preveía una velada interesante. Al cabo de un rato llegaron otros dos comensales, franceses, que se sentaron en la misma mesa de cuatro que habíamos elegido. Yo estuve a punto de decirles que se cambiaran de mesa si no querían causar un conflicto, pero al final me retuve porque a esas alturas ya se me habían soltado algunos lagrimones de risa y seguramente no quedaría creíble. Por algún criterio que no conseguimos descifrar esta vez Jermaine no puso ningún reparo y les tomó nota sin prestar atención al desajuste cósmico que estaban causando. Al cabo de un rato nos trajo nuestros manjares (que para ser sinceros estaban bien buenos) y recibió a otros tres clientes. A partir de ahí la situación se le descontroló y empezó a venirse abajo. Teniendo en cuenta que tenía unas probabilidades de acertar la mesa con el plato del 50% y que consiguió arreglárselas para equivocarse todas las veces de mesa, tiene mucho mérito. Yo lo tenía de espaldas, pero Carol me lo retransmitía sin perderse una. Los dos acólitos también seguían la situación desde la planta de arriba, atentos a las enseñanzas de su swami.

Como nos lo estábamos pasando muy bien y no habíamos conseguido gastarnos más que siete euros en nuestra comida especial decidimos pedirnos un postre. Llamamos a Jermaine, que bajó a la velocidad de la luz, en menos de siete minutos. Le preguntamos si podíamos pedirnos un postre y nos contestó “Sí, claro” y se fue igualmente rápido. Pensamos que iba a traernos la carta, pero al cabo de veinte minutos de verle dando vueltas aleatorias por el local ya vimos que no, que sólo había bajado para contestarnos a la pregunta. Carol aprovechó un momento en el que estaba reposando del esfuerzo de sus paseos en el altar con los acólitos para acercarse a las escaleras y pedirle el menú de postres. Jermaine, alarmado por la extravagante actitud de Carol bajó a toda prisa hasta el punto que se paso de frenada y su rostro quedó a veinte centímetros del de Carol. “Yes Madam?”. Al cabo de quince minutos ya teníamos el menú en las manos.

Nos pedimos algo para compartir que no recuerdo, pero que resulta que era lo único de la carta que no tenían. Jermaine se excusó “es una pena es una pena” y nos dijo que tenían un brownie de chocolate magnífico y no se que más. Carol se pidió un crepé con platano y yo el brownie. Cuando nos los trajo puso sólo un tenedor para los dos. Yo le sostuve un poco la mirada a ver si se trataba de un desafío o algo, pero no, en su rostro iluminado por Mahutmaburiyastan no se veía ninguna maldad. Así que se fue y empezamos a comernos el postre, intercambiándonos el tenedor de vez en cuando. Mi brownie era un bizcocho de los de Nestlé de toda la vida, aunque tengo que decir que a mi me salen menos secos y requemados. El crepé de Carol era un crepé enrollado con un plátano dentro. Mi pastel estaba salado por los lagrimones, pero eso no era culpa de Jermaine (o sí). Al cabo de tres intercambios de tenedor Jermaine, que lo observaba todo como un águila desde su altar, soltó un “NOOOOOOOOOOOOOOO” que detuvo el tiempo. Yo me quedé con el tenedor en la mano, con un trozo de brownie ya pinchado a punto de entrar en mi boca. Todos los comensales del local, los cinco, se giraron para ver como Jermaine bajaba las escaleras mientras su grito aún resonaba en la sala, cogía un juego de cubiertos completos y nos los ponía en la mesa mientras se deshacía en disculpas. Nos costó muchísimo acabarnos el postre, es muy difícil comer y llorar de risa a la vez sin atragantarse. Cuando acabamos pedimos la cuenta, le dejamos casi un euro de propina (la cuenta eran 11 €) y nos fuimos.

Jermaine, seguramente abrumado por nuestra generosidad, nos persiguió escaleras abajo. “Sir, Sir!”. Al darme la vuelta me hizo entrega de la botella de agua que nos habíamos pedido, a la que aún le quedaban casi dos dedos. Satisfecho por el deber cumplido regresó a su altar, donde con toda seguridad explicó alguna parábola o moraleja a sus acólitos.

1 comentario:

marta damart dijo...

ajajajaaaaaajajaj em tronxxoo