viernes, 14 de septiembre de 2007

Probando el agua

El miércoles se nos unieron en Tokio Paula y David, que saltaron de Estocolmo a Barcelona y de ahí aquí. Pese a la melatonina que han estado tomando, David llegó en un estado lamentable y entre gamba y gamba echaba cabezadas. En cambio Paula llegó como una rosa y se pasó el día chancleteando con alegría. Les hicimos un mini tour Shibuya-Harajuku, les dimos de cenar y los mandamos a la camita. Yo aproveché para poner una lavadora, porque estabamos en situación límite de calcetines. Era mi primera lavadora de monedas y había comprado detergente y suavizante (o eso creo que eran), pero resulta que lo que fuera que echase iba directo al tambor, asi que tuve que ponerlo todo junto. Está visto que el suavizante es superfluo en la vida del viajero. También calculé mal los tiempos y la ropa salió hecha un guiñapo, pero al menos ahora vamos limpitos.

Ayer pasamos la mañana en Shinjuku en una tienda que tiene de todo: bolis, papel para paredes, máquinas masajeadoras de pies, disfraces de americano (con peluca rubia y camisa de cuadros incluida), bicicletas y hormonas para gatos. En una sola tienda: Tokyu Hands. Uno se puede pasar el día curioseando allí, pero nosotros habíamos quedado con Takeshi y la recorrimos en poco más de una hora. Takeshi es un amigo de David y fan de The Merrymakers. A su vez, él tiene otro grupo llamado Sooners, y ayer él y su hermano Kei nos iban a llevar a ver unas actuaciones en Shibuya. Como no hay dos sin tres, también estaba la mujer de Kei, Takako, que también es cantante. Que lo es lo pudimos comprobar ayer porque nos llevaron a verla en directo. Acostumbrada a los garitos en España, yo alucinaba del sitio donde tocó. La barra estaba fuera, para no molestar, había taquillas en lugar de guardarropa y el suelo estaba casi más limpio que las sillas donde se sentaba el público. Por supuesto, la gente escuchaba en completo silencio, lo que me cuadraba con lo que nos contó Takeshi, que en Japón es de mala educación reirse en voz alta en el cine, incluso si la película es de risa.

Al terminar la tercera actuación eran las 9 o así y como Takeshi y Kei (en la foto con David) se habían ofrecido a hacer de guías, esperábamos un tour de bares por Shibuya o una noche de karaoke. Pero no. Nuestra próxima parada era un onsen (baño público) en Kawasaki, pueblo a medio camino entre Tokio y Yokohama. Como el inglés de Takeshi es así de Home English, pensamos que no le habíamos entendido. Más tarde, ya en el tren, comprendimos que sí, que íbamos camino de confraternizar en pelotas (ellos, porque Paula y yo fuimos a la parte de mujeres). A nosotras nos soltaron con dos toallas cada una y ahí os las apañéis. Menos mal que en nuestra guía Living Japanese Style explicaba que había que lavarse primero, con enjabonado y aclarado, y luego bañarse. Las japonesas curioseaban de reojillo, y nosotras a ellas, porque aunque ellas y nosotras ya lo sabemos, queremos comprobar que realmente tenemos todo en los mismos sitios.

Hoy Alberto ha amanecido con un poco de fiebre, probablemente fruto de los cambios de temperatura de ayer, asi que  se ha quedado en casa y hemos estado dispersos. Paula y David se han ido a arrasar Akihabara con su tarjeta VISA. Akihabara es el barrio de la electrónica y hay cientos de comercios repetidos que venden móviles, cámaras, portátiles, etc... Muchos los exhiben en la calle, como alpargatas de mercadillo. En todas las tiendas tienen como 3 empleados por cada cliente y bastantes ponen a uno con un megáfono en la puerta que proclama las maravillas del comercio, bien chillando, cantando o rapeando. El otro día vi que en una tienda 5 dependientes aplaudían a un cliente porque había hecho una compra. Luego le entregaban su paquete, se deshacían en inclinaciones y le volvían a aplaudir.

Y bueno, yo hoy he ido a Asakusa, a tirar fotos del río Sumida. Quería montar en barco pero he llegado tarde, lo que ha sido un fastidio porque iba con todo el equipo, pero a cambio me he encontrado con los luchadores de sumo mientras salían del estadio donde se celebran los campeonatos. Una horda de fans y yo hemos aguardado la salida de los ganadores que embutidos en sus kimonos iba firmando autógrafos a diestro y siniestro.

4 comentarios:

Maria Rosa y Fernando dijo...

QuiBué les envia muchos besos!!
Por ahora no podemos hacerlo público, tal vez lo liberemos algunos días...
Que chulo Japón...la verdad me trae mucho recuerdos, lo de los detergentes no te alteres a mi me pasó lo mismo, tal vez fuese alimento para gatos y no lo sabías....

Anónimo dijo...

No cuentas nada de como fue el concierto, intuyo que la tal Takako debe ser como Yoko Ono, aunque quizá menos de negro.Y lo del sumo, que recuerdos, cuando había un hawaiano que los tumbaba a todos y sabía lo que era un megashira, un oyeshi y otros nombres según lo bueno que eres.
Por cierto, el instituto Cervantes acaba de abrir la mayor biblioteca de libros en español en Tokio. Decid que sois de Vallecas y de Clot y lo mismo os regalan el Quijote ilustrado

Anónimo dijo...

Hola, soy Sílvia, sólo deciros que los hámsters siguen vivos y que sigo con entusiasmo vuestro viaje. Ya que estáis en Japón, os recomiendo que os leáis Tokyo Blues de Haruki Murakami, es un libro delicioso y Tokyo es uno de sus protagonistas. Besos, Sílvia

Carol dijo...

mariarosayfernando :)
A ver si pasan pronto esos días para poderos leer en abierto.

calycanto,
Me acordé de tí todo el concierto. Esta chica tenía una voz increíble (desde su nombre hay un link a su web, en la que hay samples de audio). He visto lo del Instituto Cervantes en una librería muy grande que se llama Kinokuniya y que tienen una sección muy grande de métodos para aprender español. Como nos regalen el Quijote nos hacen la puñeta, porque a mí en la mochila ya no me cabe nada. 15 kilos de mochila que llevo, ufff.

Silvia,
Lo de los hamsters, no he querido preguntar a Raul estos días por si acaso :D Muchas gracias por la recomendación. Alberto se leyó el de Kafka en la orilla y no le convenció mucho y por eso no llegamos a comprar este. Yo ahora tengo para empezar uno que se llama Diario de Hiroshima, que leeré camino de esa ciudad, para irme deprimiendo ya antes de ver el museo.
Ya os queda nada para venir aquí, no?